Francisco Granados termina de hacer el macuto para salir de la cárcel y Mariano Rajoy se salvó de la moción de censura. Las escenas simultáneas de Rajoy y Granados son un símbolo más de una época. Ahí sigue Mariano en el poder, salvando obstáculos, a pesar del sinfín de casos de corrupción. Aquí viene Paco, libre como un pájaro, para sumarse a todos los que huyen de la jaula y no devuelven ni una miaja de alpiste.
Granados puede quedar hoy con Blesa, Rato, Bárcenas, y demás colegas de chanchullos para comentar lo bueno que es el presi. Cómo sortea mociones con ese “genio” que le aplauden los palmeros. Cómo afirma, con tono solemne, que la corrupción es “muy mala” y que ha hecho leyes para que todos seamos más buenos. Lo demás son “chismes” y “habladurías”.
“Porque todo su proyecto político se resume en una máxima: cuanto peor, mejor para todos, y cuanto peor para todos, mejor. Mejor para mí el suyo beneficio político”. Podría pensarse que la situación es tan descacharrante como esto. Una de esas afirmaciones sin sentido de Rajoy, “ese gran parlamentario”, que diría algún que otro vocero. El saqueo se niega y se aplaude.
Rafael Hernando, (el más “hipócrita y cínico” que existe en el mundo) nos dice quién es sectario y quién no, mientras que sus compañeros son “honrados y honestos”, Granados, el preso, pone rumbo a una nueva vida. Rajoy, el presi, es felicitado porque la vida sigue igual. Esta semana hablamos de una amnistía fiscal inconstitucional para corruptos, pero en días venideros hablaremos de algún “caso aislado” más. La justicia seguirá siendo lenta según quién seas, y Mariano seguirá en esa línea de “o yo o el caos”.