No es fácil ocultar la larga y tenebrosa historia de la Iglesia católica, que ha sido el agente ideológico aglutinador del sistema opresor de los poderosos sobre los pueblos. Lo perverso es que su actuación opresora la ha realizado en nombre de Dios y de los evangelios, pervirtiendo su mensaje de justicia. Quien desee conocer la historia debería leer el libro del prestigioso teólogo suizo Hans Küng, ¿Tiene salvación la Iglesia? Se trata de un profundo y descarnado relato de los abusos cometidos por Roma a lo largo de sus 2.000 años. A la pregunta del título responde proféticamente, que solo podría tener salvación si viniera un Papa que fuera capaz de volver a las fuentes del evangelio y se arriesgara a denunciar el sistema al que la Iglesia contribuyó a mantener. Francisco ya ha dado algunos signos de su valor y coraje a la hora de revisar la historia tenebrosa y oculta que se encierra en el Vaticano. Denuncia valientemente todo lo que considera antievangélico: califica a Trump de no ser no cristiano; defiende la ecología y condena los casos de pederastia que hasta ahora se han ocultado vergonzosamente. Recientemente ha denunciado a “?países que ponen sumas escandalosas de dinero para salvar entidades bancarias para rescatarlas, pero no invierten ni la milésima parte para ayudar a refugiados y emigrantes?”. Es de justicia reconocer que con estas declaraciones está imprimiendo a la Iglesia un nuevo estilo, descubriendo tanto los problemas internos de la Iglesia como el cumplimiento de la misión de denuncia de las injusticias y abusos que cometen los poderosos sobre la gente que no puede defenderse. En realidad, ese es el mensaje profético que se encierra en los evangelios, aunque, como denuncia Küng, los hechos evidencian signos totalmente opuestos. Ahora que las derechas más retrógradas se están imponiendo en las elecciones, Trump, May, Merkel, Macri, Rajoy?, y las que se anuncian, como Le Pen, salir a la palestra enfrentándose a ese tsunami conservador que arrastrará todos los avances sociales logrados por las clases trabajadoras supone un soplo de esperanza que puede ser el dinamizador de referencia en defensa de los pobres, omo exigen los textos bíblicos en los que basa sus convicciones. Aunque parezca imposible enfrentarse a esa invasión, quizá merecería la pena analizar si existe otra alternativa que esta de Francisco.
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