Era viejo, muy viejo. Tenía los ojos hundidos, como cráteres volcánicos en el fondo de las cuencas. El rostro abrasado por algún sol que hubiera vomitado lava, y lleno de surcos que le cruzaban sin interrupción la cara, de la oreja derecha a la izquierda. Solía permanecer inmóvil en el frontón municipal de Igal, sentado sobre un tronco de árbol casi de su misma edad. Le gustaba ver el golpeo de la pelota de las futuras promesas, sus ardides, sus tretas, las dejadas. Tal vez, si te fijabas bien, podías descubrir en su mirada un relámpago fugaz ante una manifestación de ingenio. Seguramente, tendría favoritos entre la cantera de pelotaris, pero nunca fui capaz de descubrirlo. Había un chico espigado, con calzón sobrado, de brazos y piernas alargadas, y con alpargatas ya muy usadas, que le originaban más de un tropezón. Entraba a la pelota, muy bien con la derecha. El cuero salía rebotado hacia atrás, buscando la espalda de sus contrarios o durmiéndola intencionadamente a escasos centímetros de la chapa. Pero la izquierda no acababa de despegar, se quedaba agarrotada, sin impulso, como si sesteara intermitentemente. La pared le producía respeto, y tal vez temor a lastimarse. “¡Es una pena, dije, pero le falta brazo izquierdo!”. Fue entonces, cuándo mágicamente el viejo interrumpió su mudez. Su voz me sonó a zarzagán, suave, pero agudo como un estilete. ¡”Ya desarrollará, me susurró. es mejor tener ahora dificultad que dotarse de dos brazos izquierdos”! Luego, se caló la txapela hacia la izquierda y se sumergió en su sigilo. No volví a escucharle otra vez. Al tiempo dejó de aparecer, y unos años después aquel muchacho, que se llamaba Ángel, pasó al campo profesional. No he olvidado nunca el consejo de aquel anciano, y lo he recordado estos días al observar como la política del estado gesticula sin parar con dos brazos izquierdos. El uno porfía con el otro por pegarle al cuero. Se hostigan, y descalifican, mientras la cátedra se impacienta, se desconcierta, y jura no volver a votar ni al PSOE, ni a Unidos Podemos.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
