El sonoro NO del referéndum griego abre una inquietante incógnita sobre el futuro de ese país. Hoy mismo Tsipras volverá a Bruselas para negociar su propuesta, que será rechazada de principio, a la espera de que Grecia doble su rodilla y humille la cerviz. No va a ser una batalla sencilla, de nuevo se enfrentarán David y Goliat, o más exactamente el general ateniense Temístocles y el emperador persa Jerjes I. La pelea promete ser larga, extenuante y cruenta. Por un lado los expertos de la Tríada (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo); por el otro Grecia, la creadora de la democracia. En el verano del 480 a.C. Jerjes I decidió ocupar Atenas y un buen puñado de ciudades estado griegas. Emprendió la marcha con un ejército de 250.000 hombres, según Herodoto. Temístocles acudió al Oráculo de Delfos, que le recomendó de manera enigmática que confiara en “las murallas de madera”. El general ateniense construyó 200 barcos y los situó estratégicamente en el estrecho de Artemisio, al norte de la isla de Eubea. Luego formó un ejército aliado de 7.000 hombres y lo puso al mando del jefe espartano Leónidas para que bloqueara a los persas en las Termópilas, paso angosto de 20 escasos metros de anchura junto al río Esperqueo. Las tropas de Jerjes I se metieron en un embudo del que no podían salir, mientras Leónidas doblegaba la soberbia persa. Entonces, el traidor Efialtes, mostró al enemigo el camino secreto que le condujo hasta la retaguardia griega, a la que sorprendieron, pasando a cuchillo a 300 espartanos y a 700 tespios, rindiéndose solo 300 tebanos. Aunque Jerjes I luego destruyó Atenas, los griegos consiguieron el tiempo suficiente para reponerse y derrotar con sus “murallas de madera” a sus enemigos. Es evidente, que Grecia con su NO se ha echado a las trincheras, donde le esperan días de sufrimiento. Será una batalla desigual con traidores y combatientes que prefieran claudicar, pero su muralla de madera puede ser el principio de una Europa más solidaria y justa.
