La retransmisión de las regatas de la Concha ha incorporado al elenco de los personajes del magazine vasco un elemento hasta ahora poco conocido: el "eusko friki".
Ligado, quizás, a personalidades obsesivas o, casi con toda probabilidad, al desengaño de otras formas de vida mas estandarizadas que, a buen seguro, ni les convencen ni les atraen y que además repudian porque les resultan incómodas con su personalidad difuminada en el evento, el domingo y durante la retransmisión de las Regatas tuvimos ocasión de comprobar algún o algunos personajes, que no solo aprovechan la coyuntura para hacerse propaganda a cualquier precio (pero, ¿tienen precio?), sino que perseguían el borde de la cámara, hasta adentrarse en la propia noticia con intención de sustituirla, a todo pichichi que asomara a las cámaras de ETB. Ad majoren gloriam que diría alguno. Más que temblores, fueron estertores los que sufrían los profesionales del trípode y el objetivo para intentar hacer su trabajo ante la animosidad del personaje pegatinero que no cejaba en su empeño de dar la brasa, hasta convertirse en cenizo. Creo que hasta los presos pasaron vergüenza.
Cierto es y como recuerda Wikipedia, que dentro de la personalidad friki hay distintos niveles de frikismo, siendo el más extremo el de aquel individuo que lleva su afición o interés hasta el punto de convertirlo en un estilo de vida, al ser una parte casi determinante de ella. Y algo de eso debía haber cuando, pegatina o cartel en ristre, el eusko friki anudaba su participación a un esfuerzo tan denodado, como si la vida le fuera en ello.
Pero no hay mal que por bien no venga. Donostia, Gipuzkoa, Euskadi, cuentan ya con su género propio, más autóctono, más de aquí, que incluso merecería tener su propio label, y eso no se consigue así como así. Hacemos bien, por tanto, en identificarlo y darle su propio valor, no vaya a ser que nos vengan de Burgos a imitar e intentar robar, como con Trebiño, lo que de por sí es solo nuestro