Nació en Santa Fe de Bogotá, Colombia, durante una “gris y lluviosa mañana” de verano de 1982. Pasó su infancia en Ibagué, una ciudad colombiana “poco agraciada y abandonada” que describe como “hostil”, pero que en su adolescencia lo llevó a descubrir el punk local y también a icónicas bandas vascas como Eskorbuto, RIP o La Polla Records, entre otras. Christian Rodríguez recuerda como si fuera ayer el día que llegó a Euskadi, siguiendo los pasos de sus madre: “Aterricé en Bizkaia el 8 de noviembre del 2001, dos meses después del 11S”, asegura Rodríguez, batería del grupo de Mungia Lukiek y responsable del sello Ático Stereo que lanzó en 2021 y rastrea la escena subterránea musical de Bizkaia.

Exmiembro de grupos como Zero Autocontrol y All I need (ambos también ubicados en los márgenes del mainstream), pasó fugazmente por la exitosa banda indie Shinova “en la época que hacían metal melódico” y bajo su alias Isaac Tesla lanzó en 2013 temas propios “en una onda punk/industrial”. Rodríguez dice que no ha vuelto “a cacharrear con soniditos”. El universo del sello Ático Stereo, que ha publicado los discos de bandas emergentes como Adur, Dolerme, Nize o Norman Bates, es consecuencia directa del interés de su creador por la contracultura y su afán de dar a conocer nuevos talentos musicales. 

“En Euskal Herria, toda la repercusión se la llevan los grupos o artistas subvencionados”

Rap, punk, electrónica, rock… Los lanzamientos de Ático Stereo son estilísticamente muy variados. ¿La línea musical obedece a sus gustos personales?

-Sí, tal cual. Actualmente el sello es una representación del abanico musical que suelo escuchar en mi día a día. Aunque, en realidad, Ático Stereo nació con otro objetivo: aunar bandas de Bizkaia ligadas al rock alternativo, con letras en euskera o en castellano, y que siguieran una estela más parecida a lo que hacemos con Lukiek. Por eso grupos como S.A.D. y Nize formaron parte de esa primera época del sello. Después ya me desmelené y decidí acoger y apoyar otros proyectos de estilos variopintos que me han llamado la atención.

El sello ha servido también como plataforma de lanzamiento de su banda, Lukiek.

-Con Lukiek me fui encargando de toda la gestión casi desde el principio, o por lo menos desde que vi que el grupo iba cobrando relevancia. Pero, el verdadero impulso, el calentón definitivo, vino después de leer dos libros: Todo el mundo adora nuestra ciudad, de Mark Yarm, y Smash, de Ian Windood, en los que se habla -entre otras cosas- de la historia de los sellos Subpop y Epitaph. A estas dos escuderías les debemos el auge del rock alternativo y el renacer del punk en los años 90. Gracias a estas lecturas me lancé de cabeza a abrir Ático.

La primera publicación, el recopilatorio Mugreak (2021), reúne a una docena de bandas vascas “distorsionando cuerpo y alma”. ¿Por qué quiso arrancar con un álbum coral?

-Cuando fundé Ático Stereo no había un álbum de Lukiek a la vista para ser lanzado, pero siempre estoy pensando en nuevos objetivos o en qué invertir el tiempo, así que decidí darle vida al sello con Mugreak vol.1. Este recopilatorio lo puse en marcha siguiendo la idea de los míticos Punk-O-Rama de Epitaph, con los que conocí un montón de bandas punk en los 90. Espero que la gente haya descubierto grupos vascos que les hayan llamado la atención. Habrá que hacer el volumen 2.

Ni fórmulas milagrosas ni pelotazos 


El batería y responsable del sello Ático Stereo no promueve música que, a priori, vaya a sonar en las radiofórmulas o que acumule millones de escuchas en Spotify. Christian pertenece a la liga de la música alternativa y minoritaria, nadando en el fondo del océano de una industria que mueve ingentes cantidades de dinero en un mercado global. Pero, aun así, no baja los brazos cuando se le pregunta si se puede vivir de la música en el frágil mundillo independiente. A su juicio, todo depende de cuatro factores, en los que no caben milagros ni pelotazos virales: 


1 . Fidelización. “Debes lograr atraer un número de fans dispuestos a apoyarte asistiendo a tus conciertos, comprando tu música o tu merchandising”. 


2. Vida austera. “Si tienes una familia que mantener, vivir de tocar en un grupo independiente es utópico. Si ya es difícil sobrevivir con un trabajo de lunes a viernes, con 8 horas diarias, imagínate hacerlo de la mano de música no comercial”.


3. Sacrificio. “Debes estar dispuesto a hacer tú mismo el trabajo que haría una gran sello por ti. Y eso implica muchísimo trabajo”.


4 Finanzas. “Alguien tiene que saber llevar la contabilidad del grupo. Con tiempo, enfoque, calculadora y unas cuantas hojas de cálculo, la vida puede ser maravillosa”.

Ático y estéreo son dos palabras que juntas no quieren decir nada, a no ser que tenga algún significado oculto...

-Me gusta mucho la idea de poner dos palabras juntas que carezcan totalmente de sentido, pero que tengan cierta sonoridad, y para el nombre del sello barajé varias opciones con esa idea. Aunque en este caso, el nombre escogido sí tiene un razón nada subliminal: Ático, porque vivo en un ático, y stereo porque en mi casa suena música casi todo el día. Lo de estilizarlo en inglés, estéreo sin la e y sin tilde, viene por Soda Stereo, uno de mis grupos favoritos.

Llevo tatuado a fuego: ‘Piensa en grande, ejecuta en pequeño”

Ejerce de hombre orquesta en Ático Stereo, ocupándose de todas las tareas. ¿Dónde está la frontera de la cultura DIY del háztelo tú mismo y el de la precariedad?

-Una de las frases que llevo tatuada a fuego en mi cabeza es: “Piensa en grande, ejecuta en pequeño”. Tiendo a fijarme objetivos reales, trabajar en ellos poco a poco hasta conseguirlos, y si no se consiguen, por lo menos lo habré intentado. Dicho esto, la palabra precariedad tiene una connotación negativa, y en mi caso, o en el del sello, todo lo que hago intento hacerlo con mimo y con seriedad por respeto a quienes han depositado su confianza en mi trabajo. Hacer las cosas de forma chapucera o con desgana no va en mi ADN, así que la forma de autogestión ejercida por mi parte se aleja bastante de lo precario. El tener presupuestos o medios limitados agudiza el ingenio; lamentarse o estancarse por no contar con una u otra cosa no es una opción. La frontera, en cualquier caso, tiene que ver más con la persona o el grupo de gente que lleve el proyecto que con los recursos con los que se cuente.

Hacer las cosas de forma chapucera no va en mi ADN”

¿La explosión de grupos que ha habido después de la pandemia ha enriquecido aún más el panorama musical?

-¡Efectivamente! Después de estar tanto tiempo encerrados, era obvio que la gente iba a salir con ganas de soltarlo todo, pero noto que se ha ido perdiendo fuerza o motivación y varios grupos que resurgieron o nacieron con fuerza han ido desapareciendo poco a poco. A pesar de contar con una riqueza cultural única en Euskal Herria, toda la repercusión se la llevan los grupos o artistas subvencionados, gente que se pone medallitas por reivindicar la cultura vasca, pero que nunca los verás en gaztetxes o salas autogestionadas apoyando a grupos emergentes. Viven en una realidad paralela, y ante esto, la posibilidad de llegar a algo más lejos para un grupo que no cuente con ciertos apoyos se antoja bastante complicada; por eso, algunas veces se termina tirando la toalla.

¿Cuál es su actual grupo favorito de la escena vasca?

-Sin ninguna duda, Adur. Tengo la grandísima suerte de que Xabi y Naroa hayan querido formar parte de mi sello, porque desde el primer momento que me enseñaron su propuesta me gustaron y me sorprendieron. En otras palabras, ¡me volaron la cabeza! Pensé: “La peña tiene que escuchar esto”. Y ahí están, llamando la atención de todo el mundo. Guitarreos afilados, electrónica gamberra, voces melódicas y gritos, folk vasco… Muy buena combinación. Si no estuvieran en Ático Stereo, me fliparían igualmente.

En su pódcast intermitente disecciona, por comarcas, las diferentes escenas musicales de Euskal Herria. ¿Dónde diría que se percibe ahora una mayor fiebre musical?

-Creo que Mungia sigue siendo un punto importante desde hace ya algunos años. Aparte de los grupos que hemos salido de allí como Belako, Sua, TOC o Lukiek, por ahí andan bandas de más reciente creación como Armosu y Aramu.