Meenaben Vihol acudió, como de costumbre, el jueves por la mañana a su puesto de trabajo como cocinera en la cantina del segundo piso de una residencia hospitalaria en la ciudad india de Ahmedabad. Pasadas las once, una explosión atronadora interrumpió su jornada y cambió su vida para siempre.
"Somos quince cocineras en el segundo piso, y quince en el primero. Habitualmente damos de comer cada día a 200 personas", explica a EFE, en referencia a los estudiantes residentes en el Hospital Civil. "Cuando ocurrió el accidente escuché una explosión y después vi el humo. Salí corriendo por las escaleras sin mirar a ningún lado y ya cuando estaba abajo vi el avión", relata.
El avión era el vuelo AI171 de Air India, que cubría la ruta entre Ahmedabad y Londres-Gatwick. Cuando se estrelló contra la residencia, varias decenas de personas se encontraban en el comedor.
La escala de la tragedia es devastadora: el accidente ha dejado al menos 268 fallecidos, la mayoría tripulantes y pasajeros, aunque la cifra incluye también a casi una veintena de estudiantes y personal del hospital.
En la que ya se considera una de las mayores tragedias en la historia de la aviación india, solo un hombre sobrevivió: Vishwas Kumar Ramesh, un ciudadano británico de 38 años cuyo asiento fue despedido de la cabina en el momento del impacto. Su hermano, que viajaba con él, murió en el siniestro.
El primer ministro de la India, Narendra Modi, originario de Gujarat, visitó este viernes por la mañana el lugar del accidente y el Hospital Civil, donde permanecen ingresados los heridos.
"Me levanté y corrí"
En su única entrevista desde la cama del hospital, concedida a la cadena estatal Doordarshan, el superviviente relató su experiencia: "Cuando me levanté, había cadáveres a mi alrededor. Tenía miedo. Me levanté y corrí".
Mientras tanto, en la "zona cero", el acceso para los periodistas es limitado. Desde la distancia aún se observan partes del fuselaje desperdigadas sobre el techo del edificio y en las aceras próximas.
Cerca de un miembro del equipo de emergencias, la imagen es desoladora: un ala de avión roja âel color corporativo de la emblemática Air India destaca sobre el esqueleto carbonizado del inmueble.
A la barrera policial acuden residentes del edificio afectado. Se mueven en silencio, con la mirada perdida, y rehúsan hablar con los medios. Preguntan a las autoridades si pueden acceder al edificio, donde las labores de rescate continuaron hasta media tarde. A cuentagotas, se permite entrar a algunos.
Entran con cubos y maletas vacías, y pocos minutos después salen con ellas llenas de los objetos que han podido rescatar entre los escombros.
Dolor entre los familiares de las víctimas
Pero el dolor más profundo se palpa en los rostros de los familiares. A la zona también se acercó Ayubshek. Su cuñada y su sobrina, residentes de la financiera Bombay, viajaban en el vuelo AI171. Junto a otros familiares, acudió a la zona de identificación de cuerpos del hospital.
Para la mañana del viernes, la angustiosa espera de Ayubshek continuaba: los cuerpos de su cuñada y su sobrina aún no habían sido identificados.
Ayubshek muestra a EFE una imagen de su cuñada y su sobrina en el teléfono móvil. Junto a ellas, su hermano: marido y padre. Tres vidas truncadas por la caída, aún inexplicable, del Boeing 787 en Ahmedabad.