Amadou Ba, ex primer ministro y candidato oficialista, admitió ayer su derrota frente al opositor Bassirou Diomaye Faye en las elecciones presidenciales celebradas este domingo en Senegal. “En vista de la evolución de los resultados de las elecciones presidenciales y a la espera de la proclamación oficial, felicito al Presidente Bassirou”, destacó Ba en un comunicado remitido a Efe por su equipo de campaña, antes de reiterar este mensaje en una rueda de prensa en la capital, Dakar.

El ex primer ministro representaba en estos comicios el continuismo anhelado por la coalición gobernante, Benno Bokk Yaakaar (Unidos por la Esperanza, en lengua wolof), y la Alianza por la República (APR), partido del presidente saliente de Senegal, Macky Sall. “Ruego al Todopoderoso que le conceda la energía y la fuerza necesarias para asumir este alto cargo al frente de nuestro país”, añadió en el comunicado el exmandatario, de 62 años.

Asimismo, durante la rueda de prensa, Ba destacó que “Senegal acaba de demostrar al mundo, una vez más, la madurez y la vitalidad de su modelo democrático”.

Según el candidato, estas elecciones pasarán a la historia del país como “unas de las mejores organizadas, de las más transparentes, de las más pacíficas y las más sinceras”.

A la declaración de Ba se sumó la felicitación a Faye por parte de Sall, unos mensajes que despejan el camino hacia la Presidencia del líder opositor, un inspector de impuestos de 44 años que, hasta hace poco, era un desconocido para el gran público.

A falta de que la Comisión Nacional Electoral Autónoma (CENA) haga públicos los resultados oficiales provisionales, las estimaciones de voto observan una victoria aplastante de Faye, que lograría más del 50% de los sufragios necesarios para evitar una segunda vuelta. Los resultados de la CENA, además, deben ser validados por el Consejo Constitucional, máxima autoridad electoral del país.

Dos modelos antagónicos

A pesar de contar con hasta 19 candidatos, las elecciones presidenciales se presentaban como una lucha entre dos modelos antagónicos representados por Ba y Faye para suceder a Sall, quien ha agotado los dos mandatos permitidos por la Constitución desde su llegada al poder en 2012.

Faye concurría a estos comicios en sustitución de Ousmane Sonko (de 49 años), principal líder opositor del país, y cuya candidatura fue rechazada por el Consejo Constitucional.

Faye y Sonko se encontraban detenidos desde mediados del pasado año y fueron liberados el 14 de marzo, ya iniciada la campaña electoral, en el marco de una amnistía como gesto del presidente saliente para apaciguar las protestas por el aplazamiento de los comicios, previstos inicialmente para el 25 de febrero. En 2014, Faye y Sonko fundaron el partido Patriotas de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (Pastef), formación ilegalizada el pasado julio.

En poco más de una década esta amalgama opositora se ha convertido en la segunda fuerza política de Senegal, especialmente ante el carisma público de Sonko en su discurso “antisistema” y de denuncia del neocolonialismo francés.

Apoyos históricos

Históricamente, los apoyos a esta coalición opositora se han concentrado en la capital, Dakar, y las ciudades de Ziguinchor y Thiès. Sin embargo, la campaña de ruptura ejercida por Faye contra el legado continuista de Ba ha cosechado éxito especialmente entre los jóvenes.

Así, Faye exige una renovación institucional, con la supresión del cargo de primer ministro y la creación de una Vicepresidencia, así como la salida de Senegal del franco CFA, una polémica moneda creada en 1945 por Francia (exmetrópoli en la región) y la renegociación de los contratos de hidrocarburos del país con multinacionales.

Los comicios se celebraron tras la grave crisis ocasionada por el aplazamiento de la votación decretado por Sall por dudas sobre la idoneidad de la lista de candidatos presidenciales.

La demora electoral, que provocó fuertes protestas en las calles, dispersadas con dureza por la Policía y en las que murieron al menos cuatro personas, puso en cuestión la salud democrática del país considerado más estable de África occidental.