Israel y Líbano firmaron ayer el acuerdo que delimitará las fronteras marítimas entre ambos países, un hito reivindicado por ambos debido a su importancia histórica con matices en cuanto a sus repercusiones políticas. “No todos los días un país enemigo reconoce al Estado de Israel, por escrito, ante toda la comunidad internacional”, dijo el primer ministro israelí, Yair Lapid. En Beirut, la ratificación corrió a cargo del presidente libanés, Michel Aoun, que se limitó a hablar de “trabajo técnico”. El acuerdo, explicó, “no tiene dimensiones o efectos políticos que contradigan la política exterior de Líbano en cuanto a sus relaciones con otros países”

El mediador estadounidense, Amos Hochstein, recibirá el martes los documentos ya firmados en la sede de la misión de la ONU en el sur de Líbano,

Líbano e Israel están técnicamente en guerra, por lo que el acuerdo, tras dos años de negociaciones indirectas, tiene una especial importancia simbólica. Afecta a una zona de unos 860 kilómetros cuadrados reclamada por ambas partes y en la que se han descubierto yacimientos de gas natural.

Tanto Israel como Líbano acordaron reconocer la frontera fijada con boyas por Israel, permitiendo a Beirut disfrutar del área al norte de la Línea 23, incluido el campo de Qana, mientras que las autoridades israelíes mantienen el control sobre el de Karish, cuya explotación ya ha comenzado.