El papa Francisco manifestó ayer durante la celebración del Ángelus su apoyo al pueblo de Sri Lanka, que sufre los efectos de la inestabilidad política y económica, e hizo un llamamiento a las autoridades del país a garantizar la paz y “no olvidar el grito de los pobres y la necesidad de la gente”.

“Me uno al dolor del pueblo de Sri Lanka”, aseguró Francisco tras el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro, justo un día después de la revolución popular que, tras meses de protestas por la devastadora crisis en el país, culminó el sábado en la toma de la residencia del presidente, Gotabaya Rajapaksa, quien ya ha dimitido.

Asimismo, el pontífice ha reclamado a las autoridades de Libia buscar “soluciones convincentes” a los problemas sociales del país, que, ha lamentado, sufren especialmente los jóvenes. Para ello, ha apelado a la ayuda de la comunidad internacional y el diálogo.

El Santo Padre dirigió también unas palabras de apoyo al pueblo de Ucrania, que sufre la invasión rusa. “De nuevo mi cercanía al pueblo ucraniano, cotidianamente atormentado por los brutales ataques contra la gente común. Rezo por todas las familias, especialmente heridos y enfermos. Que Dios muestre el camino para poner fin a esta guerra loca”, apostilló.

El papa también reflexionó sobre la parábola del buen samaritano e instó a los fieles a ser “discípulos del camino” teniendo compasión, especialmente “por quién sufre y está necesitado”. En este sentido, animó a reconocer si uno es indiferente, “reconocer los errores”, pero no detenerse ahí, sino “salir de la indiferencia egoísta”. “Que Jesús y la Virgen María nos ayuden cada vez más”, zanjó.