- En sus dos años como primer ministro británico, Boris Johnson ha estado tantas veces al borde del precipicio que parece haber encontrado una forma de supervivencia perpetua, confirmada por las elecciones municipales de esta semana. El propio Johnson reconoció que había sido una noche “difícil” para su partido, que ha sufrido la pérdida de casi quinientos concejales en Inglaterra, Gales y Escocia. Sin embargo, una vez más, ayudado en gran parte por la fragilidad de la oposición laborista, el jefe del Gobierno da la impresión de haber superado una prueba existencial.

Pese a que los conservadores se hundieron en Londres -donde perdieron tres de sus principales bastiones- y en el sur de Inglaterra, consiguieron salvar el tipo en las localidades del norte y el centro que anteriormente componían el llamado “muro rojo” por su afinidad laborista.

Estos comicios eran solo parciales, con menos de la mitad de los ayuntamientos ingleses en liza, y además tradicionalmente suelen castigar al partido en el poder. Pero una debacle aún mayor, unida a una gran ola laborista, hubiesen servido a los “tories” descontentos con Johnson para promover una rebelión interna que hoy a día de hoy parece incierta.

“Nos tomamos los resultados muy seriamente y sabemos el tipo de preocupaciones que han planteado los ciudadanos”, dijo ayer a la BBC el vice primer ministro, Dominic Raab. Pese a ello, recordó que en estas elecciones a mitad de legislatura, donde predomina el voto-protesta, la gente elige de forma muy diferente a las generales.

Según las proyecciones ofrecidas por los medios británicos, si los resultados del jueves se extrapolasen a nivel nacional, los laboristas habrían obtenido un 36% de los votos, frente al 30% de los conservadores. Traducido a unas elecciones generales, los dos partidos obtendrían un número de escaños muy similar y ninguno alcanzaría la mayoría absoluta.

Si el primer ministro puede haber salvado otra bola de partido, después de que el escándalo de las fiestas en Downing Street durante la pandemia lo llevase al límite de su capacidad de resistencia, se debe también a que los laboristas no consiguen despegar. Pese a reforzar su hegemonía en Londres y conseguir algunos logros puntuales en otras regiones, sus resultados en las municipales distan de augurar una avalancha laborista en las generales de 2024. En Inglaterra, el principal partido de la oposición solo pudo recuperar 29 concejalías, al tiempo que perdió mucho terreno en el norte de Inglaterra.

Además, su líder, Keir Starmer, se enfrenta a una renovada presión por su presencia en una reunión social en abril de 2021 que pudo haber violado las reglas anticovid vigentes en aquel momento. El dominical Mail on Sunday publicó ayer que la agenda de Starmer en aquella visita incluía una cena con sus colaboradores al final de la jornada, lo que contradice la versión ofrecida hasta ahora por los laboristas de que únicamente se trató de una “pausa” tras la cual continuaron su trabajo. l