Beirut/Ginebra - Más de 9.300 civiles, entre ellos cientos de menores y mujeres, pudieron ser evacuados ayer de la terrible situación que se vive en Guta Oriental -el principal feudo opositor de las afueras de Damasco-, en el que supone el mayor movimiento de desplazados que huye de esta zona desde que las fuerzas gubernamentales de Bachar Al Asad impusieran un asedio en 2013.

Una huida hacia adelante, cruzando a zonas en manos de las autoridades sirias a través de un corredor abierto en la localidad de Hamuriya -área en poder de la facción islamista la Legión de la Misericordia- y con el ruido de fondo, a lo lejos, del impacto de proyectiles. Sin embargo, para miles de civiles de todas las partes en conflicto en Siria es tarde, ya que, según la ONU, mujeres, niñas, niños y hombres han sido abusados sexualmente de vejaciones que equivalen a crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, por lo que deberían ser juzgados por la Corte Penal Internacional (CPI), señala Naciones Unidas.

La Comisión de la ONU que investiga las atrocidades cometidas en el conflicto sirio desde hace siete años presentó ayer en el Consejo de Derechos Humanos el informe Perdí mi identidad: Violencia sexual y basada en el género en Siria.

El documento deja claro que “la violencia sexual y basada en el género contra mujeres, niñas, hombres y niños ha sido un tema persistente desde que el conflicto comenzó en 2011”. Además subraya que todos los implicados en la contienda han usado la violencia sexual como un arma para infundir “miedo, humillación, castigo o, en el caso de los grupos terroristas, para imponer su orden social”. Si bien estos abusos han sido infligidos en todos los géneros, los miembros de la comisión dejan claro que las mujeres y las niñas han sido “afectadas de forma desproporcionada”.

El texto se basa en 454 entrevistas con supervivientes, familiares, testigos, personal médico y abogados, y “casi sin excepción” fueron realizadas personalmente “dada la naturaleza sensible del asunto tratado”.

La investigación concluye que las fuerzas gubernamentales y sus milicias afines perpetraron violencia sexual contra la población civil durante sus operativos, en los puestos de control y en los centros de detención en todo el país sin excepción, y de una forma “generalizada y sistemática”.

Estas atrocidades pueden considerarse como crímenes contra la humanidad, y las llevadas a cabo después de febrero de 2012 -cuando se considera que comenzó el conflicto civil armado- se pueden calificar de crímenes de guerra, según la ONU.

Además, las violaciones y otros abusos sexuales representan también crímenes de tortura y de atentado al derecho a la vida y a los más altos estándares de salud física y mental, agrega. “Si bien son considerablemente menos comunes que las violaciones perpetradas por las fuerzas gubernamentales, incidentes de violaciones de mujeres por miembros de los grupos armados fueron documentados entre finales de 2011 y 2016 en Damasco y Alepo”, señala la investigación.

El informe se refiere también a las áreas controladas por el Organismo de Liberación del Levante (Hay’at Tahrir al-Sham) donde los milicianos impusieron severos códigos de vestimenta y a las mujeres se les denegó la libertad de movimiento sin la presencia de un hombre que las custodie. Ello afectó física y mentalmente, de forma grave, a mujeres y niñas, especifica el documento, que denuncia que los asesinatos de minorías sexuales por parte de miembros del Organismo constituyen crímenes de guerra.

El texto prosigue denunciando que desde 2013 a 2016 el Estado Islámico (EI) ejecutó a niños, mujeres y hombres acusados de adulterio, y asesinó a miembros de minorías sexuales, lo que constituyen crímenes de guerra. Específicamente, la persecución de minorías sexuales también constituye un crimen contra la humanidad.

Coste humano En el convoy organizado ayer por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la ONU y la Media Luna Roja Siria, viajaba el presidente del CICR, Peter Maurer, de visita en el país árabe, para ver de primera mano el proceso de distribución de la asistencia y hablar con los residentes de la zona.

Maurer declaró en una nota que en estos años la violencia ha ocasionado un coste humano “inmensamente doloroso”. “Debemos encontrar una manera de aminorar el sufrimiento, señaló. Hay tres asuntos cruciales para mejorar: el acceso humanitario, la protección de los civiles y el tratamiento humano de los detenidos”. “¿Por cuánto tiempo las fuerzas detrás de la violencia permitirán que se eternice? Una guerra de venganza es una guerra sin fin; es una en la que todo el mundo pierde”, reflexionó.