he pasado unos días de trabajo en el norte de Italia. Al llegar a la estación de tren de Milán me encuentro con unos muy discretos carteles, en blanco y verde, sobre el Referéndum de Autonomía que se celebrará el próximo 22 de octubre. Se trata de decidir sobre la ampliación de la autonomía que goza la región de Lombardía, cuya capital es Milán.

La Constitución Italiana atribuye, por distintas razones geográficas e históricas, un estatus especial a cinco regiones italianas: Sicilia, Cerdeña, Valle d’Aosta, Trentino-Alto Adige y Friuli-Venezia Guilia. El resto, hasta quince, son regiones que, como Lombardía, tienen un estatuto ordinario.

Pero el artículo 116 de la Constitución italiana permite que estas regiones ordinarias puedan solicitar al estado la ampliación de sus competencias en materia de, entre otras, educación, medioambiente y cultura. Esto es lo que las autoridades lombardas preguntarán el día 22 a sus ciudadanos: si quieren que la región de la Lombardía, “en consideración de su particularidad, en el marco de la unidad nacional”, adopte iniciativas institucionales necesarias para solicitar del estado la ampliación de sus competencias legislativas.

El resultado parece que será positivo, puesto que la mayor parte de los partidos apoyan el sí. Entre los partidos del sí encontramos desde la derecha más o menos dura o extrema de la Liga Norte o Forza Italia, al inclasificable Movimiento 5 Estrellas del humorista Beppe Grillo.

En el Véneto, cuya capital es Venecia, también se va a celebrar ese mismo 22 de octubre otro referéndum similar. En este caso la pregunta es más simple: “¿quiere usted que a la Región del Véneto le sean atribuidas nuevas formas y condiciones particulares de autonomía?”. Tras esta reivindicación hay reclamaciones tanto competenciales como directamente económicas. Se reclaman porcentajes de inversión en la región en relación con su contribución a la riqueza nacional (aquí no lo llaman balanzas fiscales, como en el proceso catalán, pero la idea podría servir, para entendernos). Las últimas encuestas y proyecciones anticipan también aquí, como en la vecina Lombardía, un amplio triunfo del sí, quizá hasta de un 80%.

En ambos casos, Lombardía y Véneto, los referéndum no son vinculantes sino consultivos, pero obviamente las instituciones de las respectivas regiones, que son las convocantes, seguirán el mandato de las urnas para iniciar su negociación con el Estado, que se espera larga y de resultado incierto.

Quisiera evitar cualquier tipo de comparación con la situación en España. Las comparaciones, estos intensos y sensibles días, las carga del diablo. Me limito a observar que en Italia encontramos estos días estas demandas regionales de mayor autonomía que son tratadas de forma bilateral y con fórmulas adaptadas a cada realidad. El reparto competencial se abre y se puede adaptar a las circunstancias, los tiempos y los lugares, si bien en estos procedimientos que hemos visto, sin vocación nacional por medio, se realiza con respeto al orden constitucional, siguiendo el procedimiento establecido y “en el marco de la unidad nacional”. Europa se debería seguir construyendo reforzando el papel de las regiones por un lado y simultáneamente por el otro lado el papel de la Unión en su conjunto. Seguiremos atentos a este proceso.