A Nordine Amrani, de 33 años, apenas le hicieron falta ayer unos minutos para sembrar el pánico más absoluto en el centro de Lieja, una ciudad de casi 200.000 habitantes situada a un centenar de kilómetros de la capital de Bélgica. Aparcó su coche en la céntrica plaza Saint Lambert, en el corazón de la ciudad y donde se ubica el Palacio de Justicia, se apeó y lanzó un mortal ataque con granadas explosivas y disparos de fusil contra quienes paseaban por la zona o esperaban al autobús.
Según el balance provisional oficial realizado ayer a las 19.00 horas, hay al menos cuatro muertos, entre ellos el autor de la masacre, y 123 heridos de distinta consideración. No obstante, según fuentes médicas citadas por la prensa belga, también habrían muerto por la gravedad de las heridas otras dos personas, un joven de 20 años y un bebé de 23 meses. "Se trata de un acto aislado que ha sembrado la desolación en el corazón de la ciudad", valoró ayer el alcalde de la villa, Willy Demeyer.
Amrani, con residencia muy cerca del lugar del ataque, tenía que haber acudido ayer por la mañana al puesto de Policía donde estaba convocado a una audición pero, según confirmó la Fiscalía en rueda de prensa, no lo hizo. En su lugar, ataviado con ropas de militar y armado con un pequeño arsenal que incluía granadas, un fusil de asalto ligero y una pistola se dirigió a la concurrida plaza donde se subió a una plataforma encima de una panadería y comenzó a lanzar granadas ligeras de tipo thunderflash contra el Palacio de Justicia y una parada de autobús. A continuación comenzó a disparar con un fusil de asalto ligero de forma indiscriminada sobre la gente que circulaba por el lugar hasta acabar con el cargador para suicidarse posteriormente de un tiro en la cabeza.
Pánico y Caos Su muerte no está todavía del todo aclarada. Lo que sí es seguro es que sembró el caos y el pánico y se llevó por delante la vida de un adolescente de quince años que acababa de terminar sus exámenes y la de otro de 16 años, que falleció posteriormente en el hospital tras llegar en estado crítico. Lo mismo que una señora de 75 años. Además, fuentes médicas informaron ayer de la muerte de otras dos personas que elevarían a seis el balance provisional, aún sin confirmar por la Fiscalía. Se trata de un joven de 20 afectado inicialmente por un traumatismo craneal grave y un bebé de 23 meses.
La Fiscalía y el Ministerio de Interior, que dirige la valona Joelle Milquet, aseguraron que se trata de un hecho aislado, que aparentemente no tiene relación ninguna con el terrorismo y en el que no participó ningún individuo más. Las informaciones iniciales apuntaron a la existencia de varios agresores y una persecución policial por el centro de la ciudad que fue posteriormente desmentida por la Policía. Unos rumores que extendieron el pánico en la zona, muy concurrida a esas horas y cercana al lugar donde se ubica el mercado de Navidad.
A resguardo Como consecuencia de las explosiones y los tiros, decenas de personas echaron a correr buscando refugio en los centros comerciales, bares y restaurantes ubicados alrededor de la plaza. "Ha sido horrible. Ha sacado una granada de su bolsa y la ha tirado. Después ha empezado a disparar con un Kalashnikov y cuando pensó que el cargador estaba vacío ha cogido el revólver y se ha disparado en la cabeza", decía uno de los testigos que presenciaron ayer lo ocurrido. "No salgan de aquí", recomendaba un policía a algunas personas resguardadas en un bar. Las autoridades públicas establecieron casi de forma inmediata un perímetro de seguridad, ordenaron bajar las persianas de los locales y suspendieron la circulación en el centro de la villa, que en cuestión de minutos se quedó desierta con el único eco de las sirenas y las ambulancias que se acercaron a recoger heridos para trasladarlos a los seis hospitales de la ciudad.
Las autoridades, incluso, ordenaron a los autobuses salir de la ciudad, un servicio que no se restableció hasta pasadas las 16.00 horas. Las perturbaciones también afectaron a las redes de telefonía móvil y las operadoras se vieron obligadas a doblar la capacidad de sus antenas para garantizar el funcionamiento del intenso flujo de llamadas que registraron ayer, que se multiplicó por tres entre las 13.30 y las 14.00 horas.
aNTECEDENTES Amrani, nacido el 17 de noviembre de 1978, era un viejo conocido de la justicia belga. Su última condena data de septiembre de 2008 cuando fue condenado a 58 meses de cárcel por asociación de malhechores. El caso arrancó con una denuncia anónima en la que se le acusaba de tener una plantación de cannabis en un local alquilado. La sorpresa de las autoridades policiales fue mayúscula cuando se encontraron, además de casi 3.000 plantas de cannabis, todo un arsenal formado por un lanzacohetes, un fusil de asalto MP 40 con visor láser, un AK-47 así como varios fusiles, pistolas y cientos de cartuchos. En total, más de 9.500 piezas. Amrani, que permanecía actualmente en libertad condicional desde octubre del año pasado, fue condenado a 58 meses de cárcel, una multa de 11.000 euros y a una confiscación de 76.500 euros.
Al lugar de los hechos se desplazaron ayer desde los reyes de Bélgica, Alberto II y Paola, hasta el primer ministro, Elio Di Rupo; la ministra de interior, Joelle Milquet; la de justicia, Annemie Turtelboom; así como los principales responsables políticos de Valonia y Lieja. Se reunieron durante más de una hora con la célula de crisis convocada tras la tragedia. "Es un acto horrible. No hay palabras para expresar esta tragedia. Nuestros pensamientos están en primer lugar con las víctimas inocentes y sus familiares más próximos, pero también con todas las personas presentes en el lugar de los hecho. Todo el país comparte la pena", declaró un conmocionado Di Rupo. "El golpe es comprensible pero es un hecho aislado", añadió. El ataque será abordado hoy en una reunión restringida convocada por el consejo de ministros.
También el presidente permanente de la UE, Herman van Rompuy, afirmó estar completamente horrorizado y perplejo por las "atroces muertes" cometidas en Lieja. Asimismo, el presidente de la Comisión Europea envió una carta a Di Rupo expresando, en nombre del Ejecutivo que dirige, su tristeza y dolor. También en la Eurocámara se pronunció su máximo representante.