Cada persona conduce a su manera: hay quien lo hace de forma muy relajada y quien es muy agresivo; quien respeta todas las normas y quien no; o quien señaliza cada movimiento y quien tiene los intermitentes de adorno. Pero en cualquier caso sería recomendable, para todo aquel que se pone al volante, practicar una conducción preventiva.
Es un estilo de conducción que se basa en la anticipación, en controlar todo lo que sucede alrededor para adelantarse en la toma de decisiones priorizando la seguridad para evitar imprevistos en la carretera. El objetivo, como explica el RACE, es poder controlar en todo momento el vehículo adelantándose a los posibles riesgos que puedan surgir, que en carretera están por todas partes.
La distancia de seguridad
Para poder anticiparse a esos riesgos es necesario poner en práctica una serie de técnicas. La primera es la distancia de seguridad, de la que siempre se habla pero que muchísimos conductores no respetan. Se trata del espacio que te permite detener el vehículo con absoluta seguridad ante cualquier imprevisto. No siempre es fácil calcularla, pero la DGT señala un truco: nos debe dar tiempo a contar dos segundos desde que el vehículo que va delante pasa por un punto hasta que llegamos al mismo sitio.
Esos dos segundos son una estimación general, pero hay que aumentar la distancia de seguridad si la carretera está en mal estado o está mojada, situaciones en las que habría que contar tres segundos, al igual que si circulamos por una carretera de un carril por sentido, ya que debemos dejar un espacio con el vehículo que nos precede que permita un adelantamiento seguro. Además, si somos nosotros los que adelantamos, tenemos que dejar también una distancia prudencial con el vehículo al que rebasamos para que no se vea obligado a modificar su velocidad o a pegar un frenazo.
Por último, los segundos deberían llegar hasta cuatro (o 100 metros) dentro de un túnel, donde una colisión múltiple puede tener consecuencias catastróficas.
La observación
La segunda técnica es la observación: tenemos que estar atentos en todo momento al tráfico que nos rodea y al comportamiento del resto de usuarios de la vía, también de peatones, ciclistas o motoristas. Habrá que estar especialmente alerta en adelantamientos, pasos de cebra, incorporaciones, entradas y salidas de rotondas, intersecciones e incluso con los vehículos aparcados.
La adaptación
La última técnica de la conducción preventiva es la adaptación: hay que estudiar la meteorología actual y la prevista, especialmente si se anuncia lluvia, nieve, niebla o heladas, y observar el estado de la carretera, para con todo ello adaptar nuestro estilo de conducción, tanto ajustando la velocidad a esas circunstancias como usando las luces necesarias.
Consejos
Es importante conducir con suavidad, evitando frenazos, aceleraciones y cambios de dirección bruscos; mirar constantemente los retrovisores y controlar los ángulos muertos, especialmente si hay ciclistas o motoristas cerca; mantener la vista a cierta distancia y no justo delante; señalizar las maniobras con los intermitentes; respetar todas las normas de tráfico; evitar las distracciones al volante (está prohibido usar el móvil o el GPS al conducir) y revisar periódicamente el estado del vehículo.
Beneficios: seguridad y ahorro
La conducción preventiva aporta numerosas ventajas. Para empezar, evita situaciones de tensión y reduce las posibilidades de sufrir y provocar un accidente, lo que redunda en un mayor disfrute de la conducción al tener un mayor control. Pero también supone un ahorro económico:en combustible, en multas, en reparaciones y en el desgaste de piezas.