Cumplir con las normas de tráfico no es solo una cuestión legal, sino una responsabilidad para garantizar nuestra seguridad y la de los demás.

Cada acción que realizamos al volante tiene consecuencias, por lo que el respeto a las normas de circulación debe ser una prioridad absoluta para cualquier conductor.

Conducir implica mantener una atención constante a la vía, a las señales y al entorno. Sin embargo, son muchos los hábitos cotidianos que pueden poner en riesgo esa concentración, incluso sin que nos demos cuenta.

Las distracciones, un enemigo silencioso

Cuando se habla de distracciones al volante, la mayoría piensa en el uso del móvil. No obstante, distraerse no solo significa mirar a una pantalla.

Actividades tan "inocentes" como picar algo, tomar café o incluso beber un sorbo de agua pueden reducir nuestra capacidad de reacción y aumentar el riesgo de accidente.

Aunque estas acciones parezcan insignificantes, apartan la atención de la carretera y alteran el control del vehículo, lo que puede derivar en una situación peligrosa.

¿Qué dice la ley?

El artículo 18 del Reglamento General de Circulación es claro al respecto: los conductores deben mantener en todo momento la atención y el control total sobre el vehículo.

Aunque no hay una prohibición expresa en la normativa que indique que "no puedes beber agua mientras conduces", sí existen normas generales que obligan al conductor a mantener el control del vehículo, su libertad de movimientos y atención permanente.

Si beber agua implica distraerte (quitar la vista de la carretera, soltar el volante por un período prolongado, limitar tus movimientos) y los agentes de tráfico consideran que ello compromete la seguridad, podría constituir una infracción leve

La norma especifica que cualquier comportamiento que pueda comprometer ese control puede ser motivo de sanción.

Estas infracciones se consideran una distracción al volante, y pueden conllevar una multa de hasta 200 euros y la pérdida de dos puntos del carné de conducir.

En un segundo de distracción, el vehículo puede recorrer decenas de metros sin control, lo que podría tener consecuencias fatales tanto para el conductor como para otros usuarios de la vía.

Un vehículo circula por la carretera Freepik

La mejor forma de evitar sanciones

Evitar distracciones es una de las mejores maneras de prevenir accidentes de tráfico.

Para ello, es recomendable planificar los trayectos con antelación, hacer pausas si se necesita comer o beber y evitar cualquier acción que requiera apartar la vista o las manos del volante.

También conviene revisar la postura y la vestimenta antes de conducir, asegurándose de que nada dificulte el movimiento o el control del vehículo.

Además, la educación vial y la concienciación ciudadana son herramientas fundamentales para reducir la siniestralidad.

Recordar que conducir no es una actividad mecánica, sino una tarea que requiere plena atención, puede marcar la diferencia entre llegar con seguridad o sufrir un accidente.