El sueño recurrente de no pocos aficionados a los automóviles es conducir algún día un Mercedes. Entre quienes ya lo han cumplido persiste la ilusión de poseer un deportivo; y si es descapotable mejor. La marca alemana alimenta periódicamente esa fantasía con creaciones como el Clase SL. La próxima entrega del rotundo biplaza convertible con capota rígida retráctil se encarga de plasmar lo que para muchos sigue siendo una quimera. Este alarde de diseño repleto de tecnología va a debutar el mes que viene proponiendo mecánicas gasolina V6 y V8 (306 y 435 CV). El despertador suena a partir de los 104.500 euros; hacerse con la versión más solvente requiere desembolsar al menos 135.000 euros.
Después de apenas cuatro años en activo, el modelo vigente deja paso a una nueva y ambiciosa generación SL. La remesa en puertas modifica un poco las líneas maestras del diseño conocido, aunque mantiene vigente el estilo de la casa. Para empezar, es levemente mayor. Gana cinco centímetros de largo para llegar a 4,61 metros; también añade otros seis de anchura, totalizando 1,88 metros. Esas cotas procuran algo más de espacio a la cabina y al portaequipajes. El nuevo perfil procura una menor resistencia del aire al avance del vehículo.
Al igual que el SLK, este hermano mayor propone varias modalidades de capota: una rígida, otra de fibra de vidrio y una tercera que permite oscurecer el tono de la segunda ("Magic Sky Control") en función de la luz y la temperatura del exterior. La metamorfosis de coupé en cabriolet y viceversa, solo requiere pulsar un botón y esperar veinte segundos.
El capó delantero del SL puede cobijar dos diferentes mecánicas gasolina. La más discreta es la de seis cilindros en V con 3,5 litros y 306 caballos, que da vida a la versión SL 350; homologa un intervalo de 5,9 segundo de 0 a100 km/h. Los amantes de las sensaciones más intensas con suficientes recursos financieros tienen a su disposición la motorización de ocho cilindros y 4,6 litros, que reporta 435 caballos: promete llegar a 100 km/h en 4,6 segundos. Ambos propulsores se asocian a caja automática de siete relaciones y recurren al sistema Start/Stop para contener el consumo y la contaminación. El V6 declara un promedio mínimo ideal de 6,8 litros, lo que supone un 30% menos que el motor equivalente que desaparece; el V8 es un 22% menos voraz.
El SL embarca las últimas tecnologías para ayudar a la conducción, además de proteger a usuarios y peatones. Cuenta, por ejemplo, con sistema de alerta por cansancio del conductor y dispositivos de control del vehículo con conexión a internet.