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Mesa de Redacción

Harri X. Fernández

Periodista cultural donostiarra. Máster en Periodismo de Investigación y Datos. Crítico de cine y jurado de los Premios Feroz. Torpe, olvidadizo y obsesionado con Ingmar Bergman y la animación. En una entrevista, Ryan Gosling se rio de él.

Abolir el tambor de oro

Ser buena persona, ser famoso o hacer bien tu trabajo no hace a nadie merecedor del Tambor de Oro, por mucho que haya autofelaciones políticas de por medio

Abolir el tambor de oroN.G.

Les iba a contar que ayer, sobre las 10.30 horas, el día siguiente de la maratón de Donostia, pudo verse a algún participante en la estación de autobuses de Pamplona... aún con la medalla al cuello. Pero, puestos a repetirnos, hablemos del Tambor de Oro.Al igual que el Premio Planeta, hay que abolirlo, no sea que el día menos pensado lo acabe ganando Juan del Val. Como se sabe, propuestas más peregrinas han salido adelante. Y, si no se deroga –el Tambor de Oro, me refiero–, que al menos se guarde un tiempo en un cajón, durante un oportuno periodo de reflexión. Que me disculpen los que ya lo tengan en su repisa, pero, vistas las 56 candidaturas presentadas, me reafirmo en la convicción de que confundimos los méritos ciudadanos y la excelencia profesional con el objetivo genuino del reconocimiento: premiar a alguien que haya contribuido a expandir el buen nombre de Donostia. Dicho de otra manera, ser buena persona, ser famoso o hacer bien tu trabajo no te hace merecedor del Tambor de Oro, por mucho que haya autofelaciones políticas de por medio. Voy más allá: como donostiarras, deberíamos abuchear, correr a latigazos, cubrir de brea y emplumar a todos aquellos que hablen bondades de la ciudad. De hecho, a los que echan pestes es a quienes habría que galardonar, a ver si así conseguimos que Donostia vuelva a ser nuestra, antes de acabar sucumbiendo mortalmente al éxito.