La Junta Constructora de la Sagrada Familia estimó recientemente que las obras de la basílica podrían concluir en el año 2036, 150 años después que se iniciaran. Nuestra Sagrada Familia son las obras del TAV, que arrancaron en 2006 y avanzan piano piano. Hace unos días se anunció que se ha adjudicado el contrato para tender la catenaria pero el retraso es de tal calibre que ya no se convoca ni una triste visita de periodistas, cámaras y demás a las obras, tan del gusto de algunos gestores de la cosa pública. Como hacen en Barcelona con la magna obra de Antoni Gaudí, pronostico que el tren de alta velocidad estará acabado en la CAV en diez años, mes arriba, mes abajo. Si al final no llega a buen puerto, el trazado del TAV, como suele sugerir el escritor Ander Izagirre, podría pasar a ser en un magnífico bidegorri que vertebre la CAV, que no el país, porque dentro de diez años seguiremos discutiendo si es mejor la conexión por Ezkio o por Gasteiz. El TAV avanza a ritmo de caracol, pero no todos los proyectos se eternizan. En menos de una semana se van a inaugurar en Donostia el edificio que acogerá el superordenador del IBM y el Goe, el nuevo centro tecnológico de gastronomía del Basque Culinary Center. Los dos se han levantado en un santiamén.