Me viene a la cabeza el tipo aquel que subió a hacer el mongolo mientras Daniel Diges cantaba en el escenario de Eurovisión aquello de Algo pequeñito, me acuerdo también del tipo que arrancó de las manos el micrófono a la cantante SuRie de Reino Unido y aquel otro que subió al escenario y se bajó los pantalones haciendo un calvo a la audiencia mientras la cantante ucraniana Jamala continuaba su actuación impasible, como si supiera que lo que le esperaba iba a ser muchísimo peor que una travesura tonta de un ídem. Hoy me gustaría ver algo así en el escenario durante la actuación de Israel, algo pequeñito, no violento, pero que sirva, más allá de los abucheos silenciados en la emisión televisiva, a evidenciar el rechazo a que Eurovisión haya impuesto por segundo año la participación de Israel sin opción a debate. Y ante la imposición solo cabe la protesta. Y me gustaría que Israel tenga que repetir su actuación, y suene dos veces y acumule más atención y votos. Y gane. Y que el año que viene Israel organice y celebre Eurovisión. A ver si se atreven a ir a la fiesta de Netanyahu las televisiones que este año tampoco se han plantado porque Israel siga cantando y bailando como si no pasara nada en Gaza. A ver si vaciando de pasta Eurovisión (menos participantes, menos aportaciones) sus responsables se toman más en serio los derechos humanos. Con Rusia parecía que sí y con Israel ya hemos visto que no.
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