Mesa de Redacción
Ezkio
Eneko Andueza tendría más credibilidad si la reprimenda que ha dirigido al lehendakari, Imanol Pradales, por avalar el informe que en 2018 presentó el Gobierno Vasco justificando la opción de Ezkio tuviera como antecedente un tirón de orejas al ministro Óscar Puente cuando dijo en Pamplona aquello de que la opción más “plausible” para conectar el ramal navarro con la Y vasca es la que pasa por Gasteiz
Eneko Andueza tendría más credibilidad si la reprimenda que ha dirigido al lehendakari, Imanol Pradales, por avalar el informe que en 2018 presentó el Gobierno Vasco justificando la opción de Ezkio tuviera como antecedente un tirón de orejas al ministro Óscar Puente cuando dijo en Pamplona aquello de que la opción más “plausible” para conectar el ramal navarro con la Y vasca es la que pasa por Gasteiz. Sin esa amonestación anterior, el dardo al lehendakari suena demasiado partidista. Es decir, que si a Andueza le parece que con sus declaraciones Pradales ha actuado como portavoz del PNV de Gipuzkoa, su comportamiento es el de un portavoz del Ministerio de Transportes. Su reproche suena a un intento de zanjar el debate de una cuestión ya decidida y la apelación a los informes técnicos, que vaya a usted a saber cuándo estarán, un señuelo. Más allá de las fortalezas o las carencias que tiene cada una de las alternativas desde el punto de vista de la afección medioambiental, el gasto presupuestario, el impacto en el tejido económico o el beneficio para la movilidad de los usuarios, hay que recordar que la alternativa de Ezkio sí es el proyecto del Gobierno Vasco, que obtuvo de su homólogo español la encomienda de la obra en el tramo guipuzcoano de la Y vasca. Y qué mejor prueba que la estación ya construida en la pequeña localidad goierritarra, que fue pensada para, en el futuro, enlazar con el ramal de Navarra. Con el paso del tiempo, han podido variar circunstancias que hacen aconsejable otra solución, pero si algo no ha cambiado es Aralar, que ahí estaba cuando el Departamento de Transportes del Gobierno Vasco, en manos socialistas, hizo la obra.