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Mesa de Redacción

Harri X. Fernández

Periodista cultural

Mearse encima

Y al final, como siempre, los mismos acabaremos empapados de la agüita amarilla a la que cantaban Los Toreros Muertos

Mearse encimaN.G.

Un amigo rechazó durante años disfrazarse en cualquier festividad relacionada con el Carnaval debido a un trauma juvenil: en su tierna infancia, su madre le calzó un mono de cuerpo entero. Al no tener bragueta y carecer de la habilidad necesaria para retirarse el disfraz, acabó meándose encima. Este trauma, que le ha perseguido durante años, me vino a la cabeza este fin de semana al ver a mi compañero de piso abriéndole una hendidura en la zona de la ingle al buzo verde de Tortuga Ninja comprado en AliExpress, con el que se fue de sidrería. Se sabe que es un follón quitarse todo el ropaje y dejarlo caer al suelo sobre un montón de orín que, quién sabe por qué, no ha acabado dentro. Que se lo digan a las mujeres, que se enfrentan a ello cada vez que van a los excusados de los garitos, con la complicación añadida de tener que mear a pulso. Hablamos de disfraces siempre en esta época, cuando la verdad es que cada día salimos a la calle con la careta puesta. Yo, por ejemplo, me visto muchas veces de canallita, cuando realmente no sé ni por dónde me moja lo que me dicen que es lluvia. E, incluso, en la Casa Blanca, también el bufón puede vestirse de mandatario, y el mandatario de bufón, para ver quién goza de mejor flujo urinario. Y al final, como siempre, los mismos acabaremos empapados de la agüita amarilla a la que cantaban Los Toreros Muertos.