Habrá quien diga que ya no tiene sentido; habrá quien piense que ya les vale a éstas; habrá quien quiera silenciar el feminismo y habrá a quien le aburra el discurso de la igualdad, pero alcanzado este primer cuarto de siglo, a la vista de la marea reaccionaria que se cierne sobre la igualdad, las protestas, las acciones y las reivindicaciones del 8 de marzo siguen teniendo más vigencia que nunca.

Porque la marea ya ha llegado a nuestras costas. Lo pone de relieve el estudio dado a conocer esta semana por Emakunde, que confirma la tendencia que ya venían reflejando otras encuestas: una parte significativa de las generaciones más jóvenes de chicos, la que se mueve entre la adolescencia y la primera juventud, está abrazando el machismo.

Es una dolorosa realidad después de tanta inversión institucional, tanto consenso político y tanta movilización social en favor de los derechos de las mujeres para alcanzar esa necesaria igualdad.

En el estudio se apunta, aunque yo sospecho que es un factor decisivo, a la influencia de las redes sociales, por donde penetran sin filtro discursos que pretenden derrumbar todo lo construido en las últimas décadas.

En definitiva, que nuestros chavales están hartos de la política woke, se aburren con el feminismo y sienten que se les discrimina con tanta norma en favor de la mujer. La próxima vez habrá que preguntarles si se cambiarían por ellas cuando son agredidas, violadas, maltratadas y asesinadas.