Me contaba Asier hace un momento que repasaba un reportaje que ha escrito y se marchaba corriendo, que toca compra semanal en un supermercado de las afueras. Que la compra grande casi siempre la hace en las afueras porque en el súper que tiene al lado de casa faltan cosas y no encuentra todo lo que quiere pero tampoco todo lo que necesita, que tantas veces son cosas distintas. Que el reparto de tareas consiste en que su novia conduce el coche –”es suyo”, aclara– y él carga con las bolsas hasta casa, pero como anda fastidiado por una lesión jugando el otro día a tenis, cuando se clavó el mango de la raqueta en las costillas, a ver si va a ser capaz de aguantar tanta bolsa, que son casi diez minutos andando después de aparcar. “Es que soy muy bruto jugando”, aclara. Y que le duele, a veces, que a ver si no va a ser capaz de cumplir con el trato de ser el portador de los pesos pesados para abastecer el hogar y tiene que acabar llevando lo ligero, y cita como ejemplo el papel del váter, pero que no, que ya se apañará con el peso, que casi seguro que puede –“ya te mandaré una foto cargado de bolsas”– y se toca las costillas y parece que dude, pero luego sonríe. Así que me desea suerte con la mesa de redacción, comentamos la última de Ander en su viaje por Venecia, cuando le vemos entrar con Iasone, y Jorge se asoma a la pecera para vacilar porque seguimos de charleta.