Cada donostiarra tiene su forma de vivir la gran fiesta de la ciudad. La experiencia con el día de San Sebastián forma parte del recorrido vital de cada una de las personas que habita en la capital guipuzcoana. En mi caso, escuchar hablar del 20 de enero me retrotrae a mi infancia, cuando apenas había aprendido a andar y salíamos con la ikastola a tocar por mi barrio, Martutene. Un poco más mayor, aunque no mucho, estuve cuatro años seguidos en la Tamborrada Infantil, soportando el frío e incluso la lluvia en uno de los casos. Las fotos con un sombrero militar dos o tres veces más grande que mi cabeza de niño siguen por mi casa. Aunque no he vuelto a salir en la Tamborrada, sigue siendo un día especial, incluso cuando he estado en la fecha señalada fuera de Donostia. Una vez en Barcelona, de fiesta, coincidí la noche del 19 con varios donostiarras, y fue casi como estar en casa. Ya el año pasado, en la plaza de la Constitución, me prometí no volver a pisarla en la Izada, después de temer por mi integridad física en unas cuantas ocasiones. Este día une como ninguno y crea recuerdos imborrables en las mentes donostiarras, historias para contar toda la vida. Ya solo quedan 363 días para San Sebastian Eguna 2026.