No me gustaría ser hijo de Elon Musk, y menos aún si estuviera en proceso de transición de género. “Mi hijo Xavier está muerto. Asesinado por el virus woke. Ésta es la razón por la que prometí destruirlo”. El multimillonario Musk, el brazo tecnológico de la derecha reaccionaria, nada sabe de lo importante que puede llegar a resultar mostrar respeto y aceptación ante una revelación de identidad de género. Da igual que sea ante su propia familia. En 2022, Vivian Jena Wilson, una de las hijas transexuales de Musk, pidió a un tribunal modificar su nombre para abandonar cualquier relación con su padre biológico, dado que no quería estar vinculada con él “de ninguna manera”. No debe ser fácil ser hija del abanderado de la nueva ultraderecha, esa que en Estados Unidos se conoce como Alt Right, cuya alianza con Donald Trump puede alcanzar un nuevo estadio en noviembre de este año si el expresidente vuelve a la Casa Blanca. No es casual que se haya producido una enorme expansión de contenidos de extrema derecha en X desde que el magnate compró la red social en octubre de 2022. Cada vez son más las noticias falsas, los bulos, los discursos de odio de carácter racista, religioso o lgtbifóbico. El enemigo para este millonetis es el “virus woke”, todo lo que huela a progresismo. Hasta su propia hija.
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