La actriz Jenny McCarthy declaró en el programa de TV de Oprah Winfrey que la triple vacuna vírica había provocado autismo en su hijo. Rebatida por una lluvia de datos comprobados, respondió: “Mi ciencia se llama Evan”. Su carisma descarriló la evidencia científica con un argumento de autoridad tan sorprendente como irrebatible: “Soy licenciada por la Universidad de Google”. La anécdota, que Matthew d’Ancona recuerda en el libro Posverdad: la nueva guerra en torno a la verdad y cómo combatirla (Alianza Editorial), suena a tango universal: “Todo es igual, nada es mejor, ¡lo mismo un burro que un gran profesor!”. Esta semana, un tricampeón de Europa en natación artística, y una periodista y psicóloga son como aquellos científicos ante McCarthy. “Qué nivel arcoiris debes ser para practicar ese deporte”, le dijeron a Dennis González. “¿No te das cuenta que te ponen ahí por ser chica y guapa? ¿Por qué Juan Carlos Rivero puede ser feo y viejo?”, le han escrito a Nerea Zusberro. Ambos han decidido no ceder terreno. Reciben insultos diferentes, pero se disparan desde el mismo sitio. Desde la misma falta de educación. Que no tiene ningún complejo. No importan los datos o la verdad: todo tiene el mismo valor relativo. Hasta reírse del mérito que tiene un campeón de Europa. Aquí se guarda la llave que abre otra incógnita: de dónde salen ciertos votos del pasado 9-J. En nuestro portal y en Europa.