A las puertas de la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, cerrada por ser festivo, alguien preguntó: “¿Cuántas banderas hay?”. “27”, contesté al segundo y sin titubear, con ese tono de periodista sabelotodo. “28 si sumas la de Ucrania”, añadí. El edificio, que no pasará a la historia precisamente por su belleza, estaba decorado con banderas de la UE y lemas en varios idiomas llamando a participar en las elecciones de junio. “El 9 de junio va a ser la primera vez que vas a poder votar”, le dije a ella, una chavala de 18 años a la que lo mismo le dan las elecciones que la física cuántica. “Ahí”, le comenté señalando el Parlamento “se toman decisiones muy importantes que te afectan”. Lógicamente, no le convencí. Le preocupaba más saber si le tocaría ser presidenta o vocal en la mesa electoral, que la víspera es sábado, ya casi será veranito y todos los findes hay fiesta en algún pueblo. Las elecciones europeas se llevan la palma de la abstención. Uno de cada dos ciudadanos no vota. A los jóvenes les motiva aún menos acudir a las urnas, así que la UE se ha puesto en manos de Taylor Swift, que en su gira por EEUU hizo un llamamiento a votar y logró que lo hicieran 35.000 chavales. La diva estrena sus conciertos europeos el 9 de mayo en París, así que a los gerifaltes de la UE se le hacen los ojos chiribitas pensando que Taylor Swift llame a votar. Ver para creer.