Orgullosas es el lema oficial del 8-M, una campaña que pretende evidenciar que “detrás de una mujer empoderada, ha habido otra mujer impulsándola a serlo”. Yo diría más. Diría que las hemos tenido, y las tenemos, detrás, a nuestro lado, por delante y tomándonos el relevo. Mujeres fantásticas, señoras maravillosas de las que aprender, a las que enseñar o a las que acompañar. Señoras que han cuidado, que han aprendido, que han construido y se han deconstruido. Mujeres que han peleado e, incluso, algunas que se han rendido. Hermanas que nos dan la mano y, a veces, una patada para espabilar. Compañeras de viaje insustituibles. El 8-M me acuerdo especialmente de las mujeres que me han guiado, iluminado, acompañado y querido. Algunas están, otras no. A algunas las tengo cerca, a otras lejos y a otras en el corazón. Y en esta fecha lamento que muchas no estén, aquellas que nunca pudieron llegar cuando huían del infierno, las que vivieron y sufrieron de ese infierno en su propia casa y las que no estarán porque no pueden, porque no les da la vida. Pero, sobre todo, esta es un fecha de agradecimiento, de dar las gracias a esas señoras maravillosas que nos precedieron y siguen ahí, que mucho saben. ¡Tanto que aprender!