Cuando la sinrazón alcanza a los niños, a los seres más inocentes e indefensos, ya es momento para que los responsables de cualquier masacre, matanza o injusticia reflexionen seriamente a pesar de que su fundamentalismo les lleve a pensar que el fin justifica los medios. No, en esta vida, pese a quien le pese, hay muchos casos en los que el fin no justifica los medios. Y menos cuando hay vidas de por medio. Más aún si se trata de las vidas de los más pequeños. “Los niños no sólo soportan las heridas visibles, sino también las invisibles: las de los desplazamientos, las de presenciar a familiares desmembrados ante sus ojos. Su miedo constante. Niños de tan sólo 5 años nos dijeron que quieren morir”, denuncian desde Médicos sin fronteras en relación a la barbarie que se está viviendo en la Franja de Gaza. Ya sólo el trauma psicológico que se está infligiendo a los niños, a a esos críos en los que se sustenta el futuro, debería parar todo esto. Lo que está pasando les lleva a tener conductas suicidas y así se lo reconocen y lo confirman los propios médicos: quieren morirse. Esta denuncia, lamentablemente, es una prueba más de una catástrofe humanitaria a la que los dirigentes más influyentes del planeta parecen no querer poner fin.