No suele ser habitual que un exfutbolista profesional ponga negro sobre blanco sus días de vino y rosas en el oficio que soñó desde niño. Menos común es que nos cuente sus miserias, sus malos ratos, los agobios que le acompañaban cada uno de los días que se vistió de corto. Zuhaitz Gurrutxaga lo hace en Subcampeón, el libro en el que se desnuda emocionalmente, en el que expone todas sus vivencias desde que empezó a dar patadas a un balón en el barrio San Miguel de Elgoibar. Zuhaitz vuelca todos sus sentimientos y el siempre brillante Ander Izagirre le da forma en 356 páginas que se leen en dos tardes. Acostumbrados a que en el deporte se hable más del éxito que del fracaso, la biografía del exjugador guipuzcoano permite visualizar que, a veces, lo más importante no es llegar a la elite, sea el deporte que sea, sino mantenerse, soportar la presión y disfrutar del momento. Subcampeón te saca más de una sonrisa pero también te provoca en varios pasajes un nudo en la garganta porque, si de algo habla Zuhaitz, es de un tema que hasta hace nada era tabú: los problemas de salud mental. Convivió con la depresión, la ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo, y ha encontrado en los monólogos y en el propio libro una terapia que seguramente servirá a más de uno que esté pasando por el mismo trance.