Dicen que todo lo que ocurre sucede por algo. La muerte de Itziar Castro a los 46 años ha servido para que afloren un montón de gilipollas. Sí, algunos ya habían asomado la patita a través de las redes sociales estando viva esta genial y comprometida actriz (incluso contaba que la insultaban por la calle), pero ha sido morirse y, joder, qué sorpresa, han salido a la carrera un montón de imbéciles desvelándonos el secreto de la vida eterna. Que si estás gordo, te mueres. Y si no, pues vives hasta que engordas o te aburres de la vida. Qué se yo, esto último aún no nos lo han explicado. Pero ya tocará. El caso es que está implantado en esas cabecitas locas que la gente tiene que estar delgada y cachas, porque si te sales de la norma (da igual el motivo), toca pedirles perdón a su paso. Todos los días. A todas horas. Y mereces morirte. Pero, ¿quién ha dado vela en este entierro a estos profesionales del bullying? No sé si es gordofobia o que la frente de tanta gente no llega a la medida estipulada de los dos dedos. Da pereza quien, sin ser nada tuyo ni conocerte, se autoproclama salvador de vidas ajenas con derecho a insultarte si estás gordo (o por el motivo que sea) y te culpa de todo lo malo que te pueda pasar... y hasta te desean que te pase. Y da terror que, si te mueres, te escriban como epitafio no solicitado un deshumanizado “tú te lo has buscado”. l