Anoeta, que vive sus mejores momentos (el sábado ante el Barça acogió la tercera mejor entrada de su historia, con 37.555 espectadores, cerca del récord), será hoy clave en el devenir de una Real que está presumiendo en Europa de unas envidiables credenciales; un fútbol vistoso elaborado por un equipo en el que predominan futbolistas formados en casa. Y pese a decepciones como las que sufrimos al término del mencionado encuentro, qué mejor manera de cambiar de cara con la clasificación para los octavos de final de la Champions, a falta de dos jornadas para la conclusión de la fase de grupos. Sería la merecida recompensa para una plantilla, liderada por un exigente (su monumental cabreo del sábado lo evidencia) Imanol, que ha realizado méritos sobrados para soñar a lo grande. Con un triunfo ante el Benfica, que no será el mismo equipo al que la Real arrolló en Da Luz, acompañado de otro del Inter en el campo del Salzburgo, obtendría la combinación deseada para volver a estar presente entre los 16 elegidos de Europa. Si no se da tal circunstancia, habría que esperar a una de las dos jornadas restantes, pero la ocasión se presenta pintiparada. Ideal para que el estadio donostiarra sea una fiesta total. No hay que olvidar que la Real está practicando el mejor fútbol del continente. Y hoy lo veremos en Anoeta.