Aunque haya sido concediendo una entrevista a un polémico personaje de la televisión inglesa (Piers Morgan) con tufillo a machista (en la festividad de la mujer llegó a preguntar si se había acabado ya este reivindicativo día), que no es la mejor de las maneras, está claro, al menos Luis Rubiales ya ha dado el primer paso. Echarse a un lado. En un ejercicio de autocrítica prácticamente inexistente, ha anunciado que deja su cargo de presidente de la Federación Española de Fútbol. Sí, tres semanas después de que acaparara toda la atención en la celebración del título del Mundial tras protagonizar unos vergonzosos desmanes delante de todo el planeta. Pero, al final y al cabo, se trata de un paso importante para que se lleve a cabo la regeneración de una institución anquilosada y que no se había adaptado a los nuevos tiempos, y, lo que es más importante, para que la justicia pueda actuar y esclarecer el caso de su beso no consentido a Jenni Hermoso. Más bien para que la futbolista, ya en México inmersa en la disciplina de su equipo, el Pachuca, en particular, y el fútbol femenino, en general, puedan seguir avanzando hacia nuevas cotas. Este bochornoso episodio debe servir, por tanto, como punto de inflexión para que a partir de ahora el deporte femenino se sacuda todo este tipo de actuaciones.
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