Borja Sémper quiere ser Javi, el chulito de la pandilla. Ha dejado los mocasines para caminar descalzo por una playa de mentirijllas que ha montado en un solar vacío de Madrid con el mar de fondo pintado a acuarela y las sombrillas clavadas como banderillas… porque en Madrid no hay playa, vaya, vaya, que cantaban The Refrescos a finales de los ochenta. Y les ha parecido una canción demasiado reciente, así que han retrocedido más, al mítico tema de Bernaola que todos hemos silbado alguna vez, al Verano Azul de 1981, porque ya hemos visto en las cartas electorales de Ayuso (Desi), que el PP prefiere las cosas sin letra, que nada quede por escrito, que luego aparece un Eme Punto Rajoy y a saber quién será, ¿Chanquete? Además, su socio verde de parranda se siente más cómodo en aquellos años anteriores a cualquier ley igualitaria que visibilizara a mujeres y gais, donde el matrimonio y la familia eran otra cosa, se iba todos los domingos a misa, el aborto (legal) ni existía y ni siquiera había violencia machista sino cosas de parejas en las que no había que meter las narices y una sola televisión. Esa que pide ahora que no usen una marca registrada, la de Verano azul, y no nos jodan el buen recuerdo que teníamos de la serie hablándonos de la primera regla de Cayetana Álvarez de Toledo, que era no compartir lista con Sémper.