La precampaña de las generales avanza al ralentí. La inesperada convocatoria ha pillado a los partidos con los deberes por hacer y en eso andan, en la siempre espinosa tarea de cerrar listas sin provocar más heridas internas de las necesarias. Superado este trámite, arrancará la campaña en toda su intensidad, aunque las primeras señales ya dan una pista de por dónde discurrirá el debate hasta el día de ir votar. Si las elecciones siempre conceden una nueva oportunidad de repartir el poder, en esta ocasión, esta legítima aspiración se reduce al mero desalojo de Sánchez, y con él, el de todos los males de España: terrorismo, independentismo, nacionalismo, comunismo... Lo del muerto el perro se acabó la rabia. Al contrario, es esa derecha necesitada de los ultras la que amenaza el progreso y a la que sólo puede frenar Sánchez. Visto desde Euskadi, es un esquema tan simple que invita a la desconexión mental y al abandono en la pereza veraniega, que en estos primeros días de junio ha asomado con fuerza. Este Quítate tu pa ponerme yo que nos proponen desde el otro lado del Ebro es un agujero negro que amenaza con atraparlo todo. Sólo se puede escapar de su enorme capacidad de atracción desde un planteamiento de decidida defensa de los intereses y autogobierno vascos.