Cuentan los jóvenes que para estar a la última tienes que hacerte una foto al momento, un selfi, justo en una ventana en dos minutos desde que recibes el aviso. Todos los días. Da lo mismo que estés sentado en el trono de casa, jugando a fútbol o estudiando, aunque normalmente a nuestros mozos y mozas les pilla con el smartphone en la mano, y la cosa me da a mí que va a empezar a aburrir pronto. BeReal, una red social que busca la espontaneidad sin filtros, es ahora lo más. La moda. A mediados del año pasado, ya había superado los 100 millones de usuarios y ocupaba el número uno en descargas. De esto no te avisan cuando te conectas a Facebook. De hecho, quizá para cuando yo termine de escribir esto, haya salido otro invento más guay. No me lo tengan en cuenta, porque suelo actualizar mi software una vez al año, por fiestas de Beasain. Es cuando mis sobrinos me cuentan algo de su vida, y compartimos miserias los amigos de la cuadrilla, alertándonos unos a otros de la que se nos viene encima. Así me entero de estas cosas. Yo, desde luego, pocos seguidores iba a arrastrar con la fórmula BeReal. Si me pillan en casa, ya les digo con qué se van a encontrar: un señor en calzoncillos. Al principio puede tener tirón, pero luego se repite y cada día va a peor.