Hay pocas convocatorias que te motiven menos que una visita de reyes, princesas, infantas o eméritos. O un acto muy protocolario. Habitualmente no aportan nada. Están tan envueltos en celofán como vacías de contenido. Te marean con las acreditaciones, ponen mil barreras de seguridad y de su relevancia informativa mejor no hablamos. Una nadería, salvo que hablemos de Madrid. En el palco de la fiesta del 2 de mayo sólo faltaron el cura, la folclórica y el legionario. Militares hubo a cascoporro. La esperpéntica imagen de Ayuso pasando revista a las tropas junto al jefe del Estado Mayor de la Defensa del Ejército español recordaba a otras antiguallas como el desfile del 12 de octubre en Madrid o el del 14 de julio en París. Protocolaria ha sido también la felicitación de los reyes de España al Bera Bera por su triunfo en la Copa de la Reina, que así se llama el torneo (otra antigualla). Enviaron un telegrama a las oficinas del club. Un telegrama. Siglo XXI. Pensaba que el telegrama, como el fax, había pasado a mejor vida. Sus majestades suelen ser muy selectivas con el deporte. Nunca faltan en la foto si hay que ponerse al lado de Nadal y Alonso, o si huelen una medalla en los JJOO. Tampoco mañana en la Cartuja. Aquí vamos a saco con los rojos. Aupa Osasuna!