Dicen que todo lo que va mal es susceptible de ir peor, así que habrá que prepararse para lo que queda de legislatura en España visto el nivel de enfrentamiento y bronca que, cada vez con más agresividad, se ve en el Congreso de los Diputados. Pedro Sánchez sigue siendo la pieza de caza mayor, pero el cazador ha perdido pulso, lo que explica la necesidad de aumentar los decibelios de la crispación para crear el mensaje de que un gobierno que se apoya en separatistas, filoetarras y nacionalistas lleva a España directamente al precipicio. Nada que pueda sorprender. Como tampoco es una sorpresa la politización de la justicia. Si acaso, la obscenidad con la que se está manejando el asunto a cuenta de la renovación del Constitucional, con un alineamiento político de los jueces que confirma lo que ya sabíamos: que no se puede confiar en este tribunal como árbitro en asuntos en los que hay que dirimir el autogobierno. Los catalanes han experimentado en carne propia el significado de choque de poderes que ahora escandaliza en España ante la posibilidad de que el tribunal frene cautelarmente la tramitación de la ley que está pensada para renovar a los magistrado que el PP y sus jueces amigos boicotean porque supondría el cambio de las mayorías, políticas, por supuesto. l