Donostia está inmersa en la elección de su Tambor de Oro del año 2023, un galardón que da mucho que hablar entre los donostiarras, algunos de los cuales han empezado a pedir su abolición por considerar que gran parte de las candidaturas de la lista hecha pública no cumplen las condiciones para recibirlo. Para muchos, el Tambor de Oro es “el premio” de la ciudad porque es el más popular, aunque no sea el de mayor rango. Más allá de servir para llenar parte del día de San Sebastián con una ceremonia bonita y emocionante, tiene una historia llena de polémicas, que han contribuido a darlo a conocer. Pero su reglamento es claro: se dirige a quienes “hayan contribuido de forma activa y notoria en la consolidación de una imagen externa positiva y atractiva de la ciudad, ampliando su potencial turístico”. La industria de los viajes, hoy en día asunto polémico en sí mismo, está en el origen de un premio que ensalza a quienes “hayan contribuido de forma activa y notoria en la consolidación de una imagen externa positiva y atractiva de la ciudad”. Y ciertamente, algunos premiados y candidatos podrán ayudar en el futuro a ampliar ese potencial turístico que Donostia ya no necesita, pero, hasta el momento, no lo han hecho. O hay que reducir la lista de candidatos o cambiar el reglamento del premio.