Cada día intento abrir la mente un poco más y adaptarme a los nuevos tiempos, pero sigue habiendo cosas que me resultan llamativas y una es que el Gobierno de Navarra tenga que indemnizar con 18.195 euros a una senderista a la que le cayó una rama de haya en uno de los senderos del parque natural de Bertiz. En realidad, un informe del propio guarderío ya recogía que la abundancia de árboles maduros en el parque hacía que la caída de ramas fuese frecuente, y ello ha llevado a la jueza a sentenciar que “la Administración no puede eximirse de su responsabilidad”. Precisamente, porque podía pasar. Y no le falta razón, pero me surgen dudas: ¿Habría ido esa senderista al monte sabiendo que en un bosque maduro el riesgo de caída de ramas es mayor? ¿No es obvio? ¿Debe prohibir la Administración circular por ese bosque? ¿Debe también poner los medios para que nadie se salte dicho impedimento? Cierto es que estamos construyendo una sociedad hipergarantista, encaminada al rechazo del concepto “accidente”. Es decir, todo tiene un por qué. Y por tanto, un culpable. Hace poco leí que las autoridades vascas aspiran a eliminar las muertes de tráfico para 2050. Quizá a costa de salir a la calle o de montar en coche. ¿No son responsables ya de tanta carnicería? ¿Qué opina Isabel Díaz Ayuso?