Si fija un límite máximo de 800 euros mensuales en una búsqueda de pisos de alquiler en Donostia obtendrá dos resultados: una sonora carcajada o infraviviendas que no recomendaría ni a su más odiado enemigo. No obstante, el consejero de Vivienda, Iñaki Arriola, opina que, al igual que las meigas en Galicia, los pisos por 800 pavos en Donostia, haberlos, haylos. “Si se buscan, se encuentran”, dijo hace un par de semanas. Para este socialista, de los de siempre, de los de carné, el problema no se encuentra en las políticas neoliberales que favorecen que el alquiler se dispare. No, el problema es que la gente no sabe buscar en Google o visitar inmobiliarias. Y si el problema es de la gente, no del sistema, ¿para qué subir las ayudas Gaztelagun al alquiler? El inconveniente, continuó Arriola sin sonrojarse, es que si se incrementa el límite por el que se conceden, ahora fijado en esos 800 euros, los arrendadores, que son unos pillines, podrían encarecer aún más las rentas. Quién sabe hasta dónde hubiese llegado el consejero de seguir por este camino, quizá hasta enunciar la otra frase de moda: que el donostiarra es un caprichoso que solo quiere vivir en su ciudad. Qué dislate. Claro, lo de intervenir los precios del alquiler para garantizar el derecho a la vivienda... eso, no es cosa suya, es cosa de meigas.