Vladímir Putin lo ha confirmado... Rusia lanzó “un ataque masivo” sobre Kiev el lunes pasado en respuesta a la explosión del puente que une Rusia con Crimea acaecido el fin de semana. De nuevo, el objetivo de esta última ofensiva (con 87 misiles) a diferentes ciudades ucranianas fue la infraestructura civil y se cobró decenas de muertos que se suman a una cifra ya indeterminada y, lo que es peor, desproporcionada, una vez más. Partiendo de la base de que cualquier muerte es indeseada, cuando el número pasa desapercibido ya es síntoma de que la barbarie no tiene límites. El conflicto (hay que dejar claro que no es el único), lejos de ver la luz al final del túnel, está tomando un cariz cada vez más preocupante; alarmante, diría yo. Rusia insiste en su invasión; Ucrania protagoniza una contraofensiva; el Kremlin amenaza con la utilización de armamento nuclear y, además, acaba de movilizar a más de 200.000 soldados; Estados Unidos mueve hilos a la sombra mientras su presidente, Joe Biden, advierte de que “el armagedón nuclear está más cerca que nunca”… El pavor y la incertidumbre se apoderan de la población y quién sabe hasta dónde se puede extender esta masacre... Mientras, en (prácticamente) el resto del planeta la vida sigue igual. Esto no hay quien lo pare. A estas alturas...