Las obras en casa bien se sabe cómo empiezan pero nunca cómo van a terminar. Toño Piñeiro da fe. Afincado en Valencia, ha comprado una casa abandonada en su pueblo natal. A escasos kilómetros de donde el tren Irun-Vigo surcaba los acantilados al borde del río (cuando Irun tenía trenes), esta casa de la Ribeira Sacra escondía un secreto que Piñeiro aún descubre. Las obras, que las lleva a cabo cada vez que regresa a Sober, han permitido descubrir billetes y billetes en pesetas, según ha explicado Piñeiro a El Progreso, diario para el que posa con los billetes en la mesa. Cerca de nueve millones de pelas (54.000 euros) que se escondían en una casa sin moradores desde hace 40 años. A diferencia de José Tojeiro, el hombre de la droja en el Cola-Cao, el dinero estaba escondido en botes de Nesquik, un método bastante efectivo para guardar el efectivo (“os últimos estaban algo estropeados, pero os outros non, estaban planchados, era incrible”). A saber lo que ocurrirá en la siguiente fase de las obras, pero encontrar ese dinero ya supone para el paisano “unha alegría que non hai diñeiro que a pague”. No se la pagará el Banco de España, que le ha recordado que el año pasado dejó de cambiar pesetas por euros. Y se han quedado 1.575 millones en pesetas. Sin cambiar.