oy he visto en un alcorque, entre hierbajos y papeles, tres amapolas muy tiesas, asomando la cabeza entre la fealdad. Ahí estaban, como queriendo decir algo, llamando la atención, recordando que siempre puede haber belleza. Puede que mañana cuando vuelva a pasar ya no estén, puede que alguien las haya pisado, que las hayan cortado. Porque hay gente a la que no le gusta ni la belleza, ni la bondad, ni la humanidad. Hay gente a la que le gusta lo feo, que piensa feo, que siente feo. Hay gente que nunca se fijaría en las amapolas a no ser para pensar que quedaría mejor un trozo de cemento, más limpio, mas aséptico, más frío. Hay gente que pone precio a los besos, que juzga los abrazos, que da la espalda a la solidaridad y, aunque parezca mentira, por las noches se meten en la cama y duermen dejando tras de sí la desazón, la tristeza y la incredulidad que despiertan a las gentes que quieren y saben abrazar su veneno, su bilis, su maldad inmensa. Hay gente que piensa feo, sí, porque feos son y feo miran. El asco que he sentido estos días ante las palabras llenas de porquería que han vertido algunas pseudo personas ante el abrazo de Luna a Abdou no tiene límites. Poco más que añadir. Luna, si puedes, abraza a todos los Abdou que lleguen también de mi parte. Que ladren.
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