Una de las primeras cosas que hacemos cuando llega a la familia un nuevo integrante es ponerle un nombre. Y aunque la cosa puede ir por modas gustos o tradiciones, solemos diferenciar entre hijos e hijas y mascotas, en especial perro y gatos.

Porque aunque parezca que no, y que un animal doméstico puede aguantar casi cualquier apelativo que le queramos poner, hay una serie de aspectos que se deben tener en cuenta a la hora de bautizarlos para que nuestro amigo lo identifique consigo mismo y atienda a las llamadas de atención para que luego cumplan la orden que se le dé.

Tanto perros como gatos perciben sus nombre de manera muy similar, aunque no reaccionen de la misma manera. Freepik

Aunque las reacciones de un gato o de un perro no son siempre las mismas, la mayoría de las condiciones que debe tener el nombre coinciden.

El nombre que se le imponga a nuestro amigo es la palabra más importante de su vida, y también de la nuestra. Solo por el número de veces que podemos repetirla cada día deberíamos elegirla con cierto cuidado.

Tanto perros como gatos tiene un sentido del oído bastante más sensible que el humano, por lo que pueden distinguir su nombre en entornos abiertos, en medio de otros sonidos y a distancia. Puede que de entrada no nos den la respuesta que esperamos, venir a nuestro encuentro, pero con un poco de atención nos daremos cuenta que sí la oyen y sí reaccionan: puede que un gato se detenga un breve lapso o que se limite a tensar las orejas en nuestra dirección para luego seguir a lo suyo, pero a restado atención al sonido que le identifica. Un perro hará parecido, aunque es fácil que sea más expresivo.

Un nombre para un perro

Según diversos estudios, lo más adecuado son nombre de una o dos sílabas, en el que se pueda poner cierto énfasis. Les atrae más un golpe sonoro que prestar atención a tonos largos y lentos. Además, si se incluye alguna vocal explosiva, sonora, como pueden ser la t, la c, la k o la p, mejor ya que les resulta más fácilmente reconocibles y son más sencillas de aislar.

Una de las cosas que hay que evitar es la similitud de nombres entre las mascotas y los humanos. Freepik

Algo que hay que evitar es que el nombre tenga similitud sonora o tonal con las palabras que supongan órdenes de uso común. De la misma manera, también habrá que evitar nombres que suenen parecido a alguno de los nombres del resto de los habitantes de la casa, sean humanos o animales. Si además se consigue que no empiecen o terminen por la mismas letras, mejor.

Además, debe ser fácil de pronunciar para que nadie se trabe o lo diga mal, ya que eso dificultará que el can aprenda su nombre y pude darse el caso de que acabe ignorándolo. Porque otra cosa que hay que tener clara es que una vez elegido el nombre ya no se puede variar. Es decir, nada de diminutivos, acortamientos y otras modificaciones circunstanciales que lo despisten.

A este respecto hay cierto debate cuando lo que llega a casa es un perro adoptado que ya tiene su nombre. La mayor parte de la veces se le suele mantener. Ya ha tenido suficientes cambios en su vida como para además darle uno nuevo en un entorno desconocido al que debe adaptarse. Pero hay otra linea que afirma que el cambio de nombre puede obligar a que con ayuda de premios y de refuerzo positivo, además de acostumbrarse al nuevo apelativo, ese contacto continuo, ese interactividad también es una forma de crear nuevos lazos y de que la adaptación sea más eficaz y rápida. Como solución, se puede elegir un nombre que sonoramente sea parecido al anterior para que no le resulte tan difícil.

Un nombre para un gato

Está demostrado que los gatos reconocen su nombre. Otra cosa es que hagan caso. Si lo que hacen en es momento les interesa más, ignorarán el llamado. Pero aunque no se muy obvio, habrá una mínima reacción. Y conviene estar atento a ella ya que es fácil que si no la hay puede haber un problema. Puede ser de audición si el gato es mayor o de estrés, de confusión ante una palabra que se parezca demasiado a otra de uso común y ya no sepa como reaccionar, por lo que la ignorará.

Los gatos prefieren los tonos agudos para identificar los sonidos. Freepik

Según algunos estudios, los gatos reconocen más los sonidos que las palabras, por lo que les resulta más sencillo cuando tiene vocales y consonantes fuertes, como en el caso de los perros, pero le añaden la particularidad de preferir los sonidos agudos. Así la a, la e y la i son más adecuadas que la o y la u. Similar reacción suponen a consonantes fuertes. También es preferible los nombres de una o dos sílabas.

Para facilitar su aprendizaje, lo más sencillo es que esta llamada de atención que suponer decir su nombre, se asocie a momentos placenteros como caricias, juegos, alguna golosina o comida. Algo que les haga reaccionar como si siempre que se usa esa palabra, hubiera algo que mereciera la pena.