Veinticinco años después de que gimnastas inolvidables como Alexei Nemov o Nikolay Kruykov ganasen la medalla de oro en los Juegos de Atlanta'96, el equipo masculino ruso volvió a hacer cumbre olímpica con su victoria en Tokio 2020, en un concurso apasionante que se resolvió en el último ejercicio del último aparato.

Desde 1996 los cinco títulos olímpicos se las habían repartido Japón y China, que hoy completaron el podio por ese orden. Los campeones sumaron 262,500 puntos, por 262,397 de Japón y 261,894 del equipo chino.

Los rusos ya ganaron el último campeonato del mundo, en 2019, con los mismos cuatro hombres que hoy se colgaron el oro olímpico -Nikita Nagornyy, Artur Dalaloyan, David Belyavskiy y Denis Abliazion-, por lo que puede hablarse de cambio de ciclo.

Desde que el Equipo Unificado heredero de la URSS se impuso tanto en hombres como en mujeres en Barcelona'92, ellos solo habían ganado en Atlanta y ellas aún no han vuelto a lo más alto.

Dos rotaciones le costó a Rusia hacerse con el liderato, pero cuando parecía tenerlo seguro se tropezó con dificultades en el ejercicio de barra y llegó a la sexta rotación con solo 0,640 puntos de margen sobre China y 1,271 sobre Japón. A su pesar, los rusos mantuvieron la intriga hasta el final y los tres participantes en el último ejercicio de suelo se salieron del tapiz. Aun así, ganaron el oro.

Un acertado reparto de papeles permitió a Rusia sacar el máximo provecho de sus hombres. Artur Dalaloyan y el campeón del mundo Nikita Nagornyy hicieron los seis ejercicios, pero Belyavskiy fue el mejor en caballo con arcos y paralelas y Abliazin en anillas. El oro fue de verdad para el equipo.

Japón y China coincidieron todo el concurso en el mismo aparato, lo mismo que Rusia y Estados Unidos. Dos minipartidos, dos mano a mano para repartirse tres medallas.

Los estadounidenses repitieron su tendencia a hacerlo mejor en la ronda de clasificación que en las finales y se descolgaron pronto. Pero chinos y japoneses pelearon décima a décima.

Abrieron en suelo y Daiki Hashimoto se fue hasta el 14,600; Xiao Ruoteng respondió con una nota idéntica. Mientras el gimnasta chino, el aplomo en persona, hacía sus piruetas, en el pabellón Ariake sonaba de fondo 'A Hard Day's Night'. Esa igualdad se mantuvo hasta la conclusión.

Decenas de deportistas y entrenadores se concentraron en una de las gradas del estadio, que por fin disfrutó de cierto ambiente de final, en comparación con el silencio de las jornadas previas.

Rusia ganó en salto y anillas, Japón en suelo y barra y China en caballo con arco y paralelas. Un reparto equitativo que habla del nivel parejo de tres grandes equipos.

A mitad de competición los rusos sacaban 2,605 puntos a Japón; una rotación después, 3,364 a China; a falta de un aparato, solo 0,640 a este mismo equipo.

Japón cumplió con creces en la barra, con un Daiki Hashimoto estelar a sus 19 años. 'El que luce grande', significa su nombre, y hoy hizo honor a ello. Ya fue el mejor en la ronda de clasificación y dentro de dos días puede consagrarse campeón individual. Con su excepcional ejercicio desplazaron a China.

Nagornyy necesitaba un 14,563 en suelo, después de que sus compañeros Abliazin y Dalaloyan se salieran del tapiz. El campeón mundial no estuvo a su mejor nivel pero obtuvo un 14,666 que le supo a gloria. El equipo le recibió entre lágrimas. Cuando apareció la nota, se tiraron al suelo, embargados por la emoción.

Por detrás, Gran Bretaña (262,500), Estados Unidos (254,594) y Suiza (250,927), que llegó a presentar su candidatura al podio con unos ejercicios de paralelas ejecutados con enorme limpieza y que la pusieron a 33 milésimas de China. Cerraron la clasificación Ucrania (246,394) y Alemania (238,495).