Ante lo desconocido que estaba por llegar recién anunciada la situación de crisis sanitaria mundial, si hay un lugar que nos ha generado confianza en medio del caos ha sido la farmacia. La del barrio, la de toda la vida, la de guardia, la del pueblo más próximo o la que te pilla de camino al trabajo, pero todas y cada una de ellas han ejercido una labor de calma y contención de esa mezcla de miedo y perplejidad que nos inundaba a todos al leer las noticias.

Lo cierto es que detrás del mostrador nos hemos encontrado a personas entregadas, como nuestra huésped de esta semana, Ainhoa Arana, que han dejado atrás su temor al contagio y que incluso han prolongado sus jornadas de trabajo, para tratar de atender las dudas de todos y cada uno de los clientes ante la confusión generada por la situación de emergencia sanitaria. Estos profesionales tuvieron que adaptarse rápidamente a las condiciones impuestas para evitar la propagación de este coronavirus estableciendo un nuevo procedimiento de atención a los pacientes, permitiendo seguir desempeñando sus funciones de dispensación de medicamentos. Además, han tenido que hacer auténticos malabares para gestionar las mascarillas, el gel hidroalcohólico y los guantes, que llegaban a cuentagotas a nuestro país y que debían ser suministrados entre toda la población.

En agradecimiento a su dedicación, la Organización Mundial de la Salud ha querido destacar la importancia de estos profesionales en materia de "prevención y educaciónsanitaria" en la crisis de la COVID-19. En su informe, la OMS pone en valor la farmacia como primer lugar al que acceden los pacientes. Por eso, su posición estratégica, establecida en núcleos poblacionales, debe utilizarse "para reforzar hábitos como la higiene de manos, el uso de la mascarilla y la distancia de seguridad. Y además de este objetivo de divulgación, los farmacéuticos han luchado por combatir la propagación de noticias falsas o información sobre posibles tratamientos.

reparto a domicilio

Pero además de lidiar con el COVID, las farmacias han tenido que continuar con sus rutinas del día a día prepandemia, garantizando el suministro de los medicamentos necesarios para cuidar de la salud de sus clientes. En este sentido, han seguido las pautas de la OMS, quien aconsejó la dispensación a domicilio para evitar contagios.

Una medida respaldada desde el Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCOF). Su presidente, Jesús Aguilar, ha valorado de forma positiva estas recomendaciones, ya que "van en línea con todo el trabajo que ha liderado la Organización Farmacéutica Colegial en España, desde la labor divulgativa y preventiva, hasta las iniciativas que hemos ofrecido a las distintas administraciones para garantizar la dispensación de medicamentos a pacientes vulnerables en sus hogares o la dispensación en las farmacias de medicamentos hospitalarios, con el fin de evitar contagios y favorecer la continuidad de los tratamientos."

En el informe 'COVID-19: Un gran reto de salud pública', publicado por el CGCOF, se recogen los servicios asistenciales prestados en la farmacia comunitaria y los avances farmacéuticos en investigación en torno a este coronavirus.

Los mayores son clientes habituales de su farmacia de confianza, que forma parte de la red sanitaria más cercana y accesible para la sociedad. Según los últimos datos, Euskadi cuenta con un total de 833 establecimientos farmacéuticos: 286 en Gipuzkoa, 112 en Álava cuenta y 435 en Bizkaia.

Por eso, el Consejo de Farmacéuticos del País Vasco, junto con la red Euskadi Lagunkoia -integrada por 66 municipios-, trabajan juntos desde 2018 para impulsar la cercanía y sensibilidad de las farmacias vascas con las personas mayores a través de "prácticas amigables", como pueden ser mejorar su accesibilidad con rampas y espacios amplios en torno a puertas y lugares de paso, disponer de una silla o un banco para sentarse durante la espera, retirar las alfombras, emplear en sus carteles tamaños de letra legibles, contar con gagas para vista cansada o una lupa para leer las especificaciones de los productos, detectar situaciones de necesidad, ofrecer un servicio de entrega a domicilio, participar en programas comunitarios o, durante la crisis sanitaria educar sobre las medidas higiénicas a llevar a cabo o explicar el uso correcto de las mascarillas.

Después de una autoevaluación analizando las barreras o dificultades que encuentran las personas mayores o con discapacidad en sus locales, los gestores farmacéuticos han mejorado ostensiblemente su servicio de atención, compensando los problemas de pérdida de movilidad, disminución de la visión y la audición y deterioro cognitivo.

"Siguiendo estos consejos, las farmacias se convierten en espacios más amables para los más mayores y eso repercute en su vida, contribuyendo a la prolongación de su autonomía", explican desde Euskadi Lagunkoia, quienes destacan "el papel fundamental de las farmacias en el mantenimiento de la autonomía y la calidad de vida de todas las personas, y sobre todo de las personas mayores, tal y como se ha demostrado en estos días, debido al apoyo que han supuesto en el estado de alarma".