- A partir del viernes en las localidades goierritarras ya se podía notar una tensa calma que mantenía a las y los ciudadanos a la espera de nuevas noticias. Sin embargo, fueron muchos los comercios y servicios que decidieron cerrar las persianas de sus negocios antes de que llegasen las instrucciones desde Madrid.

Aunque el fin de semana llegaba con ansias, al principio con buen tiempo y finalizando con lluvia y frescor, las calles iban quedándose vacías y dejando imágenes inéditas como las plazas de las localidades sin niñas y niños jugando y los parques precintados. Ayer, lunes, volvió un poco la normalidad mientras que todos asumían esta nueva realidad de encierro en sus casas.

Muchos establecimientos permanieron cerrados, y, aunque otros abrieron sus puertas, la incertidumbre se notaba en las caras.

"Esta situación la estamos viviendo mal, con mucho nerviosismo", destaca Maite Matías, de la pastelería Unanue de Ordizia, mientras que no quita al ojo al televisor que tenía justo enfrente. "Hemos notado menos gente, y como no sabemos lo que pasará, estamos con miedo. No nos aseguran que podremos mantener la tienda abierta, y en el caso de que la tuviésemos que cerrar nos supondría una gran pérdida". Este establecimiento funciona como panadería, y además venden pasteles y bollería. "La gente viene a comprar el pan, pero hemos notado una bajada en la venta de las pastas y pasteles".

Justo al lado se encuentra Larratxa. La propietaria Maria Rosario Mujika detalla la situación: "El viernes y sábado, por la mañana, tuve la tienda abierta y se notaba que la gente estaba muy tensa. Hubo alguno que me pidió cuatro cartones de tabaco, que no es lo habitual. En cambio, ahora noto que ha vuelto un poco la normalidad; algunos en vez de comprar un paquete se llevan dos, pero por lo demás estamos funcionando con normalidad". Además de vender revistas y tabaco, también tiene una amplia oferta de libros y cuentos. "En ese aspecto sí que hemos notado una subida. Hay muchas personas que han venido a comprar libros y juegos con los que jugábamos nosotros de pequeños, como el parchís, los puzzles, la oca... al final son muchos padres que tienen a sus hijas e hijos en casa y tienen la necesidad de distraerse de alguna forma, dejando las consolas y videojuegos a un lado". Ella se muestra positiva y recalca que hoy por hoy están teniendo clientela y no notan grandes cambios en su rutina.

Otro establecimiento que tampoco ha notado por ahora las secuelas de esta crisis del COVID-19 es la frutería Amatriain. Desde el viernes pasado en la entrada se puede leer el cartel que ruega que se mantenga una distancia de un metro entre los compradores y que no haya más de cinco personas en el establecimiento. Además, también han puesto guantes para que los compradores se los pongan para coger fruta.

"Los primeros días sí que ha andado más gente, pero ahora notamos una bajada, aunque es pronto para hacer un balance. Eso sí, el fin de semana ha venido más gente", destaca José Amatriain.

En cuanto a las medidas de seguridad adoptadas, se sorprende con la actitud de la clientela: "Han respondido muy bien; al fina no es una medida nuestra, es algo que viene de arriba". Respecto a las costumbres de compra tampoco ha notado gran diferencia: "Quizás están comprando más patatas, pero ya hemos avisado que no va a haber desabastecimiento y que estén tranquilos".

La idiazabaldarra Naiara Esnaola, profesora, sí que ha notado diferencias, ya que ha tenido que cambiar su aula del colegio público de Gasteiz por su domicilio: "Llevamos una semana teletrabajando y el viernes entregamos algunos trabajos a los padres con ejemplos reales que realizamos en clase. Hemos organizado cómo mandar los trabajos a los padres; y al final mediante Drive iremos compartiendo las tareas con ellos para que después puedan realizarlos con sus hijos e hijas".