Es como un diálogo entre viejos conocidos, como esa ventana abierta a una calle por la que pasan a diario cientos de de vecinos y vecinas. Lo que ocurre, en este caso, es que muchas de las personas conocidas que pasaban ante el balcón ya no están y de los lugares que se muestran, un buen número desapareció hace años.

Con una alta dosis de añoranza e idéntica cantidad de cariño y orgullo de barrio, quienes participan en Yo soy antiguotarra, página de Facebook con 2.457 miembros, protagonizan reencuentros en la distancia y comparten anécdotas incluso de la época en la que El Antiguo era otro barrio, con sus fábricas enseña donde hoy está Benta Berri y con una calle Matia lugar de encuentro obligado.

¿Qué antiguotarra, de ya cierta edad, no recuerda al Conde de Juaristi que ni era conde ni se apellidaba Juaristi sino Astrain? Pues quien no lo recuerde o no le haya conocido, podrá saber más de él participando en una comunidad muy de barrio.

Y como en esos barrios de antes, en los que todos se conocían, en Yo soy antiguotarra se notifican las defunciones, se sienten y comparten las ausencias y se brindan homenajes de esos de verdad, aunque lleguen a través de una pantalla.

Muchos son los antiguotarras que en esas fotografías compartidas han encontrado a familiares y amigos, a veces, vestidos de muy distinta guisa, desde preparados para jugar un partido de fútbol en la playa con calzones de otra época a disfrazados de calderero, tamborrero, iñude o artzaia.

Natxo Ferro y Eneko Larequi son dos de estos antiguotarras de pro que comparten recuerdos y homenajes en esta página que puso en marcha Edu Flamarique. Ambos reconocen que "ya no hay personajes en el barrio como los de otra época".

Hace algunos años, en una colaboración firmada al unísono en un programa de fiestas del barrio, realizaban un repaso a alguno de los nombres que han quedado en la memoria antiguotarra del pasado siglo, cuando en El Antiguo casi todo el mundo se conocía.

Su relato empieza desde sus primeros días de vida, con su bautizo a cargo de Don Marcelino, con Don Jacinto organizando las voces de los asistentes. Recuerdan más, recuerdan las txarangas de Istingorra dirigidas por Miguel Capa, Cirilo Bayón y Tarugo Miguéliz; los espectáculos del Bombero Torero en el Campo Ramón y los manjares made in Antiguo, como los txipis del Etxeberría, el búfalo del bar Juanito, los txanpis del Zubia o la lengua en salsa del Alaya.

Porque, como muchos recuerdan ya no desde los balcones sino en las redes, El Antiguuo y los antiguotarras siempre han sido muy suyos y decían, y muchos lo siguen diciendo, que acercarse al centro de la ciudad era ir a Donostia.

Todavía la comunidad que interactúa en Facebook se saluda y como antes lo hacían en la calle Matia, recuerdan a familiares y amigos.

Relevo generacional

Lo reconocían Larequi y Ferro: los más jóvenes, sus hijos e hijas, pese seguir teniendo un arraigado sentimiento de pertenencia al barrio ya no son partícipes de ese patio vecinal, quizá porque esos recuerdos con nombres y apellidos son cosa del pasado no tan lejano.

Los recuerdos en El Antiguo van unidos también a los olores, los de el Lagarto, Suchard y cervezas El León; y a los colores de sus fiestas, siempre muy animadas.

Todo el mundo en el barrio guarda recuerdos en forma de fotografías que en muchos casos comparten en Facebook, aunque Ferro y Larequi confiesan que gustosos echarían un ojo al archivo que puede acumular Fotos Miki. Todavía en los escaparates de este comercio con solera se forma una tribuna de curiosos para observar las imágenes del barrio y sus gentes, las actuales y las pasadas.

Y pese a que los más jóvenes no participan en la página sí se siguen juntando en el barrio, sobre todo en torno a la calle Matia. "La calle Matia sigue siendo la calle Matia", rubrica Larequi, que asegura que todo aquel que ha podido se ha quedado en El Antiguo y ahí ha criado a sus hijos e hijas.

Yo soy antiguotarra tiene también claro lo que no quiere ser, una plataforma en la que se haga publicidad. Sí un punto de encuentro donde se pueda echar una mano, pero no un lugar donde vender, criticar o malmeter.

Desde que echó a andar el 8 de febrero de 2013, como recuerda su impulsor Edu Flamarique, la pretensión fue crear una comunidad "con un toque de humor, con risas".

"La gente lo ha entendido muy bien y hay muy pocas polémicas. Si alguien sube algo insultante normalmente se borra, aunque es algo que ocurre muy raramente. Es un grupo muy plural que se crea para que sea un punto de encuentro, porque puntos de discusión ya tenemos demasiados", tiene claro Flamarique.

Por eso, el grupo sigue sumando adeptos. De hecho, tras poner en marcha esta página, Flamarique invitó a Ferro, Larequi y Angel Gete, otro antiguotarra que atesora cientos de anécdotas, aventuras y desventuras del barrio, a compartir la administración de la página.

Natxo Ferro recuerda que se encontró con la página por sorpresa. "Empecé poner cosas antiguas de El Antiguo y a la gente le gusta. Incluso los jóvenes", asegura.

Ferro rememora como gran guardián de la memoria del barrio a su padre, el fallecido Jesús Ferro. "Se acordaba de todo, tenía muchas fotos, conocía a quienes vivían en cada portal de la calle Matía con nombres y apellidos".

"La gente que siendo del barrio sigue en el barrio lo ha visto cambiar, pero incluso ellos se sorprenden con algunas de las imágenes que se comparten. También están quienes ya no viven en El Antiguo, y es muy bonito ver cómo disfrutan compartiendo vivencias y recuerdos", destaca Flamarique.

En Yo soy Antiguotarra las ganas de participar son evidentes. Siempre que se acerca alguno de esos días especiales para el barrio, desde la fiesta San Sebastián a Caldereros o el Ángel de la Guarda de la vecina Ibaeta, son muchos y muchas las personas que deciden desempolvar la caja de las fotografías. Es entonces cuando llegan los comentarios, los reconocimientos pese al paso de los años y, en muchos casos, la décadas. Ha llegado a suceder que se han descubierto a parientes desconocidos tras ir atando cabos.

"Yo invité a que la gente subiera fotos del campeonato de fútbol en la playa en distintos años. Me mandaron un montón y ahora las estoy guardando", explica Larequi.

"Lo bueno que tiene Facebook es que pones nombre y apellido a gente que conocías de vista", destaca Ferro.

"Nos llegan solicitudes para entrar en el grupo de gente que no conocemos de nada. Se rechazan pocas, pero si compruebo que provienen de alguien que está en cientos de grupos me queda claro que no tiene interés y no suelo aceptarla", añade Larequi. Tras el confinamiento se invitó a hacer publicidad de los comercios del barrio o de aquellos en los que trabajaban antiguotarras. Había que remar en la misma dirección.

Y esa la esencia, el buen rollo y el orgullo compartido por ser antiguotarra y sentir El Antiguo.